28/2/12

JLB




Por aquí habré pasado tantas veces.
No puedo recordarlas. Más lejana
que el Ganges me parece la mañana
o la tarde en que fueron. Los reveses
de la suerte ya no cuentan. Ya son parte
de esa dócil arcilla, mi pasado,
que borra el tiempo o que maneja el arte
y que ningún augur ha descifrado.
Tal vez en la tiniebla hubo una espada,
acaso hubo una rosa. Entretejidas
sombras las guardan hoy en sus guaridas.
Sólo me queda la ceniza. Nada.
Absuelto de las máscaras que he sido,
seré en la muerte mi total olvido.



26/2/12

Love less

El amenazado





Es el amor. Tendré que ocultarme o que huir.

Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño atroz. La hermosa
máscara ha cambiado, pero como siempre es la única. De qué me servirán
mis talismanes: el ejercicio de las letras, la vaga erudición, el
aprendizaje de las palabras que uso, el áspero Norte para cantar sus
mares y sus espadas, la serena amistad, las galerías de la Biblioteca,
las cosas comunes, los hábitos, el joven amor de mi madre, la sombra
militar de mis muertos, la noche intemporal, el sabor del sueño?

Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo.

Ya el cántaro se quiebra sobre la fuente, ya el hombre se levanta
a la voz del ave, ya se han oscurecido los que miran por las ventanas,
pero la sombra no ha traído la paz.

Es, ya lo sé, el amor: la ansiedad y el alivio de oír tu voz, la
espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo.

Es el amor con sus mitologías, con sus pequeñas magias inútiles.

Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar.

Ya los ejércitos me cercan, las hordas.
(Esta habitación es irreal; ella no la ha visto.)

El nombre de una mujer me delata.

Me duele una mujer en todo el cuerpo.



25/2/12

Robert Ferri


Inspirado profundamente por los pintores barrocos (especialmente Caravaggio) y otros viejos maestros del Romanticismo, Academicismo, y Simbolismo (David, Ingres, Girodet, Gericault, Gleyre, Bouguereau, Moreau, Redon, Rops, etc).
Graduado -con Honores- de la "Accademia di Belle Arti" en Roma. En 2003 - primer one-man show "Roberto Ferri e il sogno del Parnaso” en el Centro di Arte Contemporanea en Roma. Sus trabajos ya están presentes en muchas colecciones privadas importantes en Londres, París, Madrid, Barcelona, Miami, New York, San Antonio, Roma, Milán, Malta, Dublin, Boston, y el Castillo de Menerbes, Provenza.






































 "Traghettatore"  -  óleo en tela




































 "Ade" óleo en tela


































 "Dall'Inferno"  -  óleo en tela



































 "Tristezze della luna"  -  óleo en tela



































"Crepuscolo del mattino"  -  óleo en tela



































"Et in tenebris"  -  óleo en tela



































 "San Sebastiano"  -  óleo en tela






























"De Profundis Clamavi"  -  tríptico


24/2/12

Las cuatro estaciones




De esta manera, este mundo por el que paso se deforma y se acumula dentro de mí, hasta el punto de no poder reconocerlo, convertido en un álbum de imágenes inconexas y extrañas, congeladas y fragmentarias, y en una sucesión de estados emocionales que dependen más de mí que de él. No obstante, algunas raras ocasiones, el mundo se revela de repente a través de un movimiento tan asombroso, con leyes tan acordes con mi devenir, que mi atención irrumpe de golpe en un estado de intensa concentración y sobreexcitación en el que cada gesto, cada sonido y cada color quedan grabados para siempre, sin la más mínima posibilidad de olvidarlos jamás. En esos momentos todo parece tan distinto de lo que experimento habitualmente y de cómo vivo cada día, que pienso con horror que sólo existo de verdad en esas raras ocasiones de explosión interna y que, en realidad, sólo he vivido en esta tierra unas veinte o treinta horas.

Silvania:

23/2/12

Blue Velvet:

Lady Lazarus



Lo logré otra vez,
Me las arreglo —
Una vez cada diez años.

Especie de fantasmal milagro, mi piel
Brillante como una pantalla nazi,
Mi diestro pie

Es un pisapapel,
Mi rostro un fino lienzo
Judío y sin rasgos.

Descascara la envoltura
Oh, mi enemigo,
¿Aterro acaso? —

¿La nariz, las cuencas vacías, los dientes?
El apestoso aliento
Se desvanecerá en un día.

Pronto, muy pronto, la carne
Que la tumba devoró
Se sentirá bien en mí

Y yo una mujer que sonríe.
Tengo sólo treinta años.
Y como gato he de morir nueve veces.

Esta es la Número Tres.
Qué desperdicio
Eso de aniquilarse cada década.

Qué millón de filamentos.
La multitud mascando maní se agolpa
Para verlos.

Cómo me desenvuelven la mano, el pie —
El gran desnudamiento.
Damas y caballeros.

Estas son mis manos
Mis rodillas.
Soy tal vez huesos y pellejo.

Sin embargo, soy la misma, idéntica mujer.
La primera vez que sucedió tenía diez.
Fue un accidente.

La segunda vez pretendí
Superarme y no regresar jamás.
Oscilé callada.

Como una concha marina.
Tenían que llamar y llamar
Recoger mis gusanos como perlas pegajosas/

Morir
Es un arte, como cualquier otra cosa.
Yo lo hago excepcionalmente bien.

Lo hago para sentirme hasta las heces.
Lo ejecuto para sentirlo real.
Podemos decir que poseo el don.

Es bastante fácil hacerlo en una celda.
Muy fácil hacerlo y no perder las formas.
Es el mismo

Retorno teatral a pleno día
Al mismo lugar, mismo rostro, grito brutal
Y divertido:

“Milagro!”
Que me liquida.
Luego una carga a fondo

Para ojear mis cicatrices, y otra
Para escucharme el corazón –
De verdad sigue latiendo.

Y hay otra y otra arremetida grande
Por una palabra, por tocar
O por un poquito de sangre

O por unos cabellos o por mi ropa.
Bien, bien, está bien Herr Doktor.
Bien. Herr Enemigo.

Yo soy vuestra obra maestra,
Su pieza de valor,
La bebé de oro puro

Que se disuelve con un chillido.
Me doy vuelta y ardo.
No creas que no valoro tu gran cuidado.

Ceniza, ceniza —
Ustedes atizan, remueven.
Carne, hueso, nada queda 00

Una barra de jabón,
Una alianza de bodas.
Un empaste de oro.

Herr Dios, Herr Lucifer
Cuidado.
Cuidado.

Desde las cenizas me levanto
Con mi cabello rojo
Y devoro hombres como el aire.

________________________________________________________________

Version Original:


I have done it again.
One year in every ten
I manage it----

A sort of walking miracle, my skin
Bright as a Nazi lampshade,
My right foot

A paperweight,
My face a featureless, fine
Jew linen.

Peel off the napkin
0 my enemy.
Do I terrify?----

The nose, the eye pits, the full set of teeth?
The sour breath
Will vanish in a day.

Soon, soon the flesh
The grave cave ate will be
At home on me

And I a smiling woman.
I am only thirty.
And like the cat I have nine times to die.

This is Number Three.
What a trash
To annihilate each decade.

What a million filaments.
The peanut-crunching crowd
Shoves in to see

Them unwrap me hand and foot
The big strip tease.
Gentlemen, ladies

These are my hands
My knees.
I may be skin and bone,

Nevertheless, I am the same, identical woman.
The first time it happened I was ten.
It was an accident.

The second time I meant
To last it out and not come back at all.
I rocked shut

As a seashell.
They had to call and call
And pick the worms off me like sticky pearls.

Dying
Is an art, like everything else,
I do it exceptionally well.

I do it so it feels like hell.
I do it so it feels real.
I guess you could say I've a call.

It's easy enough to do it in a cell.
It's easy enough to do it and stay put.
It's the theatrical

Comeback in broad day
To the same place, the same face, the same brute
Amused shout:

'A miracle!'
That knocks me out.
There is a charge

For the eyeing of my scars, there is a charge
For the hearing of my heart----
It really goes.

And there is a charge, a very large charge
For a word or a touch
Or a bit of blood

Or a piece of my hair or my clothes.
So, so, Herr Doktor.
So, Herr Enemy.

I am your opus,
I am your valuable,
The pure gold baby

That melts to a shriek.
I turn and burn.
Do not think I underestimate your great concern.

Ash, ash ---
You poke and stir.
Flesh, bone, there is nothing there----

A cake of soap,
A wedding ring,
A gold filling.

Herr God, Herr Lucifer
Beware
Beware.

Out of the ash
I rise with my red hair
And I eat men like air.
 
 

20/2/12

La casa y la ciudad




Me caso con él por las siguientes razones, que he examinado atentamente una por una. Porque quiero tener hijos. Porque ya tengo treinta y tres años. Para dar una alegría a mi padre. Porque podré seguir ocupándome de mi casa hasta que mis hermanos crezcan, ya que mi casa y la de los Mazzeta sólo se encuentran separadas por un patio. Porque a nadie se le ha ocurrido nunca casarse conmigo y a Mazzeta sí. Porque es una buena persona. Siempre que mi padre le ha pedido dinero prestado se lo ha dado y nunca se ha enfadado porque no se lo devolviera, sino que ha seguido viniendo de vez en cuando a nuestra casa después de cenar a jugar a la escoba y a charlar con mi padre, y eso que charlar con él no es nada fácil, porque hay que repetirle las cosas un montón de veces. Porque soy pobre. Cuando me case no seré rica, pero seré menos pobre. Porque aquí, en Luco, llevo una vida muy dura y pienso, no sé si me equivoco, que cuando esté casada será más liviana.
Nino Mazzeta se casa conmigo por las siguientes razones, que me ha enumerado una por una. Porque no le parezco fea. Porque soy de costumbres sencillas. Porque no le intimido, aunque yo sea licenciada en filología y él sólo haya estudiado hasta quinto de Básica. Su mujer muerta le intimidaba, aunque ella sólo hubiera estudiado hasta tercero de Básica. Era de carácter pendenciero y no fueron nada felices. Porque toco la flauta. Porque cocino mal y a él le gusta comer bien, pero piensa que con un libro de cocina aprenderé enseguida. Porque me conoce desde que era pequeña. Porque conoce bien a mi familia.
También yo le conozco desde que era pequeña, pero a mí eso no me agrada demasiado. Me parece que tengo el futuro pegado a las suelas de los zapatos.


19/2/12

Tristan and Isolde, 1887

 


Oda a un monje de los montes Tai-Pei


Cuéntase que en los montes Tai-Pei
             había una vez un monje
Que se mantenía en el aire,
             flotando como un perfume
A trescientos pies
             bajo el cielo.
Cierta vez, se ocultó
             con sus escrituras
             en la cima central
Y rara vez fue visto por los que oían
             el tañer de su campanilla.

Con su bastón metálico una vez
             separó a dos tigres
             que se peleaban a muerte;
El bastón descansa ahora
             junto a la ventana.
Bajo su lecho hay un cántaro
             que encierra un dragón.
Su vestidura era de hojas y hierbas;
             sus orejas caían sobre los hombros [1];
Y el pelo de las cejas
             le cubría los ojos.

Nadie conocía su edad. Pero los verdes
             pinos por él plantados
No lo podían ceñir diez brazos.
Su mente era tan clara
             como el fluir de un río.
Su persona, cual las nubes,
             no conocía el bien ni el mal.

Cierta vez un anciano de Shang Shan
             se encontró con él;
Pero yo no he podido hallar
             la senda que conduce
             a tan inaccesibles alturas.
Este monje desconocido
             vive aún en los montes Tai-Pei.
Los paisanos no lo conocen:
             en vano escudriñan
             el fundente cielo azul.



18/2/12

El Alma Monstrusa: Outside the Circles of Time








El Alma Monstruosa
  
Ciertos elementos fugitivos aparecen ocasionalmente en los trabajos de poetas, pintores, místicos y ocultistas los cuales pueden ser reconocidos como genuinas manifestaciones mágicas en que ellos demuestran el poder y habilidad del artista para evocar elementos de un universo extradimensional y alienigena que puede ser capturado sólo por las más sensitivas y delicadamente ajustadas antenas de consciencia humana. La Visión, cuando aparece, es contenida por aquel órgano oculto e inmaterial conocido popularmente como el “tercer ojo”, del que un yogi contemporáneo ha observado: “sí tu atención está en el tercer ojo, sólo la imaginación es suficiente para crear cualquier fenómeno”1.

La preparación que hace al instrumento humano sensitivo al impacto sutil de fuerzas extracósmicas no es la misma que la preparación sometida por los yogis con el propósito de experimentar la superconsciencia. Al contrario, el primero parecería requerir aquella alteración total y sistemática de los sentidos del que Rimbaud declaró ser la clave del autoconocimiento: “el estudio primario del hombre que desea ser un poeta”, escribió Rimbaud ”es su propio conocimiento, por completo. Él busca su alma, inspecciona, la tienta, la instruye. Tan pronto como la conoce, su deber es su cultivación... el alma debe ser hecha monstruosa... digo que él debe ser un  voyant, hacerse a si mismo uno. El poeta se hace a así mismo un vidente por un larga, tremenda y razonada alteración de sus sentidos. En todas las formas de amor, sufrimiento y locura, él se busca a si mismo; él consume en si mismo todos los venenos con el fin de retener sólo la quintaesencia... Así él alcanza lo desconocido; y cuando está en el punto de la locura, él termina perdiendo la inteligencia de sus visiones ¡él las ha contemplado!...”2

Esta formula de alteración fue para Rimbaud, como para algunos de los más grandes artistas y magos, la clave suprema a la inspiración y la recepción de imágenes vividas tales como aquellas que relampaguean y estremecen sobre los lienzos luminosos de un Dali o un Ernst. Esta es la clase de inspiración que Remy de Gourmant reconoció como la fuente de Les Chants de Maldoror que, él decía, “permanecerán únicos y desde ahora en adelante pertenecen a la lista de trabajos que... forman la abreviada librería y sólo es posible la lectura a aquellos cuyos espíritus mal hechos no se entregarán a si mismos a los goces diarios de la banalidad o de la moralidad convencional”3.

Debe ser evidente que aquellos que dejan entrar a las fuerzas de los Qlifot deben asumir a si mismos la Mascara de la Bestia.  Por lo tanto no es sorprendente encontrar que la gama completa de así llamados deseos anormales y pervertidos han sido explotados en intentos de transmitir las vibraciones de fuerzas extracósmicas o –por lo menos- extraterrestres.

Tales fuerzas fueron descritas por los antiguos como demonios, gigantes, elementales, enanos,  etc., y  fueron glosados bajo formas monstruosas o bestiales por las mitologías de todos los pueblos. El mago, Michael Bertiaux, describe la translación de fuerzas del Universo “B” a nuestro propio Universo “A” y su regreso en las siguientes palabras:
"Dagón vendrá de nuevo, como lo harán también las poderosas hechicerías...porque las poderosas bestias de las profundidades han sido soltadas y se han ido por su camino de destrucción y mucho peor es esperado... sujétate a los poderes que te he dado, porque sólo por la transformación licantrópica, siendo y en primer lugar convirtiendose en un monstruo, el mago escapará.4

Y de nuevo:
“...convertirse en monstruo y escapar de aquel camino, que sólo es la entrada del portal Daäthiano de oscuridad total. Te he dicho que todas las avenidas de escape están bloqueadas, pero en verdad está la entrada de convertise en un monstruo, volviéndote la bestia, para que de este modo puedas escapar por la misma puerta a través de la cual ellos vinieron. También debes saber, que está siempre abierta y que el ingreso desde más allá es una amenaza constante... Lentamente ellos están despertando, por lo tanto, entradas han sido creadas y debes ponerte las mascaras y pieles de animales y otros - monstruos horribles e infernales entidades astrales y únicamente por este medio el mago puede escapar de este universo al siguiente sistema de mundos. Estamos buscando establecer especificaciones mágicas en este asunto y no se puede dar nada más como consejo, porque la misma boca del infierno se está abriendo y los demonios y daemones del camino onceavo se están vertiendo en esta esfera." 5

Regresando a la clave de Rimbaud: ha habido pocos casos de alteración de sentidos para propósitos específicamente mágicos más extremos y más completamente documentados que aquellas ejemplificadas por Aleister Crowley quien se movía diariamente en otros mundos y en sueños parcialmente reificados que hicieron de todo menos eclipsar los eventos mundanos de la consciencia cotidiana. La fuerza requerida para experimentar el sueño y permanecer  coherente externamente es un logro que pocos pueden afirmar.6 Lautréamont admitió que el no podía y como es bien conocido, Rimbaud se retiro de la lucha.

Por lo tanto, es altamente instructivo estudiar los trabajos de aquellos que, aunque sumergidos en una grandiosa locura, son capaces todavía de registrar – sin embargo vacilantemente- la Visión transmitida a ellos y exacerbados por repetidas convulsiones interiores de terror o por orgasmos de éxtasis. Baudelaire declaró: “Es a través de los sueños que el hombre se comunica con el sueño oscuro por el que está rodeado” No entiendo si  esto significa que el sueño  qua sueño es la clave a otras esferas, otras dimensiones. Los Psicólogos han demostrado generalmente que el sueño es usualmente uno personal y por último un fenómeno insignificante, insignificante en que este no conduce más allá de la consciencia individualizada del soñador. Esto seguramente no es el sueño al cual Baudelaire se refería, más bien es el sedimento, las lías de la rutina diaria. Sin embargo, algunos sueños, raros o no existentes en las vidas de la mayoría de individuos, son soñados frecuentemente por adeptos del arte y del ocultismo por igual y ellos contienen destellos de fuentes distintas a aquellas vistas a través de la ventana estrecha del soñador promedio. Es la habilidad de incrementar la duración de estos destellos lo que distingue al artista genuino  y al ocultista experto en el arte de control de sueño mágico. El secreto definitivo del delirio creativo yace en una clase especial de control que puede ser aplicado conscientemente. Y aquí yace la dificultad en entender, en nada menos que términos irracionales, la alteración sistemática de los sentidos que es la fuerza motivadora del genio creativo.

Una comprensión del sueño en  este esencial e intuitivo sentido lleva directamente a una comprensión de la magia(k), porque toda la creatividad involucra cambio, transformación, traslación. Aleister Crowley definió a la magia(k) como “el arte de causar que el cambio ocurra en conformidad con la voluntad”7; él también la definió como “energía tendiendo al cambio”8. Pero, ¿cuál es la naturaleza de esta energía y del cambio a la cual ésta tiende? En el plano físico la energía es creativa ya que la energía sexual y la naturaleza del cambio están en acordancia con la naturaleza de la voluntad, o control que es ejercido en el momento de su liberación (orgasmo). Por lo tanto la formula completa de magia(k) – como la del control de sueño -es resumida en el precepto de once palabras: Do what thou wilt shall be the whole of the Law.9* Esto puede ser interpretado en el sentido de que la ley básica, la tendencia inherente de cada individuo, es hacia aquella transformación total de si mismo desde de la entidad limitada que el cree ser, a aquello que él realmente es en esencia, es decir, una  transcosmica, extraterrestre y –finalmente- una extradimensional ausencia. Para entender esto, profundamente, uno tiene que entender también que el Ser persiste independientemente de la existencia y la no-existencia por igual. Blavatsky observó10: “La idea que las cosas pueden cesar de existir y todavía SER, es una fundamental en la psicología oriental. Bajo esta contradicción aparente en términos, yace un hecho de Naturaleza para darse cuenta de que aquello que está en la mente, en lugar de discutir acerca de las palabras, es lo importante.” En un sentido más limitado e inmediatamente aplicable, uno puede percibir esta idea entendiendo el precepto de once palabras y su complemento – Amor es la ley, amor bajo woluntad.11

El amor es identificado aquí con el método de efectuar translación y transformación mágica, porque amor – en el sentido en el que aquella palabra es usada en AL – tiene una connotación esencialmente bioquímica y sexual. Nightside of Eden12 contiene un esquema de formulas mágicas y los métodos de hechiceria sexual que ellos implican. Es tolerablemente cierto que Crowley mismo no reconoció completamente estas implicaciones. Esto puede ser explicado por el hecho de que hasta el año de su muerte (1947) no ocurría ningun contacto masivo entre la tierra y las Inteligencias extraterrestres, un contacto cuyo intercambio con Aiwass13 ha ayudado a hacer posible.14
Los escritos del ocultista francés – el Abbé Boullan-  cuyas enseñanzas incluían la obtención de la salvación por medio del congreso sexual con ángeles y otras entidades extraterrestres, se vuelven comprensibles a la luz de la relación de Crowley con Aiwas y de las más recientes investigaciones en esta área de Michael Bertiaux. Aspectos adicionales del tema aparecen en los trabajos de Swedenborg, J-K Huysmans, Arthur Machen y H.P Lovecraft. Michael Bertiaux afirma haber contactado a la entidad astral que usaba a Boullan como un médium en el último siglo. Este método de congreso, aunque permanece inexplicable, ha sido substanciado por el trabajo de Austin Osman Spare, cuya hechicería de “símbolos sensitivos” ha sido probada por ocultistas contemporáneos, incluyéndome. El trabajo de Spare me ayudó a evolucionar la formula de Control de Sueño delineado en la Trilogía Tifoniana.16 Investigaciones recientes sugieren que el control de sueño puede ser una designación alternativa para el control del meón, es decir, el control del Universo “B” representado en la mitología egipcia como Amenta y en la psicología moderna como la subconsciencia controlada mágicamente.

La asunción de formas monstruosas y el sentido de la identidad con “entidades astrales infernales” se vuelven lógicos como un método de controlar los niveles sub-ctónianos y Austin Spare ha evolucionado técnicas validas de sigilografía para explorar estos niveles subliminales.18 Bertiaux contribuye también a un estudio único en profundidad de tales atavismos primitivos, en sus sistemas altamente sofisticados de los cuales La Mystere Lycanthropique es sino uno. Estamos concernidos aquí con una afirmación más general y con la representación pictográfica y astrográfica de las fuerzas (elementales) involucradas. Un cierto grimorio secreto contiene los patrones básicos o vibraciones primarias que el ocultista usa para evocar a los teratomas Tifonianos, por ésto debe ser entendido que – en la analogía de reificación inversa o reflejada-  los monstruos descritos en el relato Berosiano de la creación, los monstruos que precedieron a la ola de vida humana, fueron mascaras de Poder primario los cuales fluyeron hacia la manifestaciones por medio del Ojo del vacio.20 El medio de retorno – como es formulado por Bertiaux en el documento ya citado21- puede ser logrado sólo al invertir el proceso , es decir, por la identificación con la Bestia, cuya naturaleza mágica es simbolizada por Shugal-Choronzon 666.2 Arthur Machen, el autor y místico Galo, se refería ocasionalmente a una teoría de Reversión Protoplasmatica23 que parece tener muchos puntos de similaridad con el sistema de Spare de Resurgencia Atavística. El nivel final de esta transformación o cambio mágico es descrito por Boullan, quizás involuntariamente, cuando declara que Dagón vendrá de nuevo. H.P. Lovecraft aprovechó este patrón, también inconscientemente, cuando formuló los Mitos de Cthulu, ampliamente elaborados -como el mismo admite24- de fuentes de sueño. 

Dagón es cualisticamente equivalente al numero 777 que excede a 666 (la Bestia) por 111, el numero de ALP, significando “muerte y oscuridad densa”; 111 es la extensión completa de la letra primaria, A (alef, ALP), cuyo representativo  en el tarot es el Loco o el Bufón. El simbolismo es complejo y debe ser estudiado en conexión con un análisis de las diez primeras letras del alfabeto mágico como es dado en el capitulo 2 de Nightside of Eden. El bufón es el único guía en el sendero onceavo, el sendero de magia(k) o energía tendiendo al cambio”. Esta es la clave a la naturaleza de todos los exponentes genuinos de los ritos antiguos o masques que son representados en las gracias del arlequín, loco u orate. Una visión superficial, incluso, de las vidas y actividades de los adeptos como Lévi o Blasvarsky, Crowley, Gurdjieff y -más recientemente- Salvador Dali, cuyos éxtasis simbólicos son un enigma para sus admiradores y detractores por igual, revela un elemento de bufonería combinada con matices bestiales y corrientes que se fusionan en una deslumbrante imagen al inefablemente sabio y abismalmente ignorante, la horrenda bestia y el bello dios: “Mis Adeptos se paran erguidos, sus cabezas sobre los cielos, sus pies bajo los infiernos”.28  

El Ángel y el Diablo son reflejados en una única imagen. Dali, Tanguy, Ernst y otros han capturado esta imagen visualmente en el fluido instantáneo de su emergencia de un caos a otro. Esta es la imagen fugaz del poder irracional que Spare ideó también para anatomizar en una visualización de sensaciones más allá del rango de la experiencia normal; un producto de aquella alteración de los sentidos sistemática del que hablaba Rimbaud. La imagen es atraída hacia el vórtice de la consciencia por un rito curioso, una estratagema de tortura, al borde de la obsesión. Esta es la Formula del Vórtice que ha sido usado por los iniciados- especialmente por los iniciados del Sendero de la Mano Izquierda – desde tiempo inmemorial. El Sendero de la Mano Izquierda es precisamente el de la alteración o reversión de los sentidos que Rimbaud formuló independientemente y que los Surrealistas tras él se esforzaron en poner en practica. No hay duda de que algunos tuvieron éxito, pero de que aquel éxito dependía únicamente en esta formula puede ser dudado por aquellos incapaces de entender que tal alteración necesita ser – y ciertamente no es necesariamente - discernible en el comportamiento externo. Rimbaud, Baudelaire y otros, “vivieron la vida” exteriormente, pero considere a Huysmans, Mallarmé o – en las artes visuales- Delvaux; ellos no parecían hacerlo así. Huysmans con su empleo seguro en el Bureau; Mallarmé, el respetable profesor de inglés; Delvaux, establecido como cabeza de una Academia de Arte en Bélgica. La cualidad de su trabajo ofrece la respuesta. Y sin embargo, en los casos donde parece  notoriamente obvio que un artista “vivió la vida”, no es en si mismo prueba concluyente de la trascendencia mundial y del cierto establecimiento del contacto con reinos alienigenas. Un vistazo en el trabajo de muchos artistas, incluso de aquellos con una reputación internacional, muestra que ellos no hicieron la transición como la que hicieron Spare, Sime, Dali, Tanguy, etc. Estos artistas lograron un salto en otras dimensiones y – este es el punto importante- regresaron para registrar sus experiencias extradimensionales. Esto parece ser el quid del asunto, que ciertos artistas entraron a otras dimensiones y les fue permitido, o fueron capaces, de regresar a la consciencia humana y dejar un registro de la Visión. En los días de la antigüedad esto fue conocido como la Visión de Pan.      
 
 

Un Chant d'Amour

17/2/12

¿Brújula?



















 


¿Dónde estás?
¿Adónde vas?
¿Brújula?
¿Ahhhhhhhhhhh?
¿Y quién sabrá?
¿Quién será original?
¿Pregunta sin respuesta?
¿Es locura o cordura?
¿Y quién sabrá?
¿Quién será original?
¿Pregunta sin respuesta?
¿Es cordura o locura?
¿Conformidad?
¿Quien es menos siempre es más?
¿Contradicción veraz?
¿Es locura o cordura?
¿Y quién sabrá?
¿Quién será original?
¿Pregunta sin respuesta?
¿Es cordura o locura?
¿Es locura y cordura?
¿Si sigo tus pasos...
...me sacarán de esta tormenta?
¿O si sigo tus pasos...
...me hundirán en esta tormenta?
¿Si sigo tus pasos...
...me sacarán de esta tormenta?
¿Ah? ¿Ah? ¿Ah? ¿Ah? ¿Ah? ¿Ah? ¿Ah? ¿Ah? ¿Ah?
¿Si te sigo? ¿Ah? ¿Ah? Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhh...


16/2/12

de: Memorias de una Pulga




 


CURIOSA POR SABER EL DESARROLLO DE UNA aventura en la que ya estaba verdaderamente interesada, al propio tiempo que por la suerte de la gentil y amable Bella, me sentí obligada a permanecer junto a ella, y por lo tanto tuve buen cuidado de no molestarla con mis atenciones, no fuera a despertar su resistencia y a desencadenar un ataque a destiempo, en un momento en el que para el buen éxito de mis propósitos necesitaba estar en el propio campo de operaciones de la joven. No trataré de describiros el mal rato que pasó mi joven protegida en el intervalo transcurrido desde el momento en que se produjo el enojoso descubrimiento del padre confesor y la hora señalada por éste para visitarle en la sacristía, con el fin de decidir sobre el sino de la infortunada Bella. Con paso incierto y la mirada fija en el suelo, la asustada muchacha se presentó ante la puerta de aquélla y llamó. La puerta se abrió y apareció el padre en el umbral. A un signo del sacerdote Bella entró, permaneciendo de pie frente a la imponente figura del santo varón. Siguió un embarazoso silencio que se prolongó por algunos segundos. El padre Ambrosio lo rompió al fin para decir: —Has hecho bien en acudir tan puntualmente, hija mía. La estricta obediencia del penitente es el primer signo espiritual que conduce al perdón divino. Al oír aquellas bondadosas palabras Bella cobró aliento y pareció descargarse de un peso que oprimía su corazón.

El padre Ambrosio siguió hablando, al tiempo que se sentaba sobre un largo cojín que cubría una gran arca de roble. —He pensado mucho en ti, y también rogado por cuenta tuya, hija mía. Durante algún tiempo no encontré manera alguna de dejar a mi conciencia libre de culpa, salvo la de acudir a tu protector natural para revelarle el espantoso secreto que involuntariamente llegué a poseer. Hizo una pausa, y Bella, que sabía muy bien el severo carácter de su tío, de quien además dependía por completo, se echó a temblar al oír tales palabras. Tomándola de la mano y atrayéndola de manera que tuvo que arrodillarse ante él, mientras su mano derecha presionaba su bien torneado hombro, continuó el padre: —Pero me dolía pensar en los espantosos resultados que hubieran seguido a tal revelación, y pedí a la Virgen Santísima que me asistiera en tal tribulación. Ella me señaló un camino que, al propio tiempo que sirve a las finalidades de la sagrada iglesia, evita las consecuencias que acarrearía el que el hecho llegase a conocimiento de tu tío. Sin embargo, la primera condición necesaria para que podamos seguir este camino es la obediencia absoluta. Bella, aliviada de su angustia al oír que había un camino de salvación, prometió en el acto obedecer ciegamente las órdenes de su padre espiritual. La jovencita estaba arrodillada a sus pies. El padre Ambrosio inclinó su gran cabeza sobre la postrada figura de ella. Un tinte de color enrojecía sus mejillas, y un fuego extraño iluminaba sus ojos. Sus manos temblaban ligeramente cuando se apoyaron sobre los hombros de su penitente, pero no perdió su compostura. Indudablemente su espíritu estaba conturbado por el conflicto nacido de la necesidad de seguir adelante con el cumplimiento estricto de su deber, y los tortuosos pasos con que pretendía evitar su cruel exposición. El santo padre comenzó luego un largo sermón sobre la virtud de la obediencia, y de la absoluta sumisión a las normas dictadas por el ministro de la santa iglesia. Bella reiteró la seguridad de que seria muy paciente, y de que obedecería todo cuanto se le ordenara. Entretanto resultaba evidente para mí que el sacerdote era víctima de un espíritu controlado pero rebelde, que a veces asomaba en su persona y se apoderaba totalmente de ella, reflejándose en sus ojos centelleantes y sus apasionados y ardientes labios. El padre Ambrosio atrajo más y más a su hermosa penitente, hasta que sus lindos brazos descansaron sobre sus rodillas y su rostro se inclinó hacia abajo con piadosa resignación, casi sumido entre sus manos. —Y ahora, hija mía —siguió diciendo el santo varón— ha llegado el momento de que te revele los medios que me han sido señalados por la Virgen bendita como los únicos que me autorizan a absolverte de la ofensa. Hay espíritus a quienes se ha confiado el alivio de aquellas pasiones y exigencias que la mayoría de los siervos de la iglesia tienen prohibido confesar abiertamente, pero que sin duda necesitan satisfacer. Se encuentran estos pocos elegidos entre aquellos que ya han seguido el camino del desahogo carnal. A ellos se les confiere el solemne y sagrado deber de atenuar los deseos terrenales de nuestra comunidad religiosa, dentro del más estricto secreto. Con voz temblorosa por la emoción, y al tiempo que sus amplias manos descendían de los hombros de la muchacha hasta su cintura, el padre susurró: —Para ti, que ya probaste el supremo placer de la copulación, está indicado el recurso a este sagrado oficio. De esta manera no sólo te será borrado y perdonado el pecado cometido, sino que se te permitirá disfrutar legítimamente de esos deliciosos éxtasis, de esas insuperables sensaciones de dicha arrobadora que en todo momento encontrarás en los brazos de sus fieles servidores. Nadarás en un mar de placeres sensuales, sin incurrir en las penalidades resultantes de los amores ilícitos. La absolución seguirá a cada uno de los abandonos de tu dulce cuerpo para recompensar a la iglesia a través de sus ministros, y serás premiada y sostenida en tu piadosa labor por la contemplación —o mejor dicho, Bella, por la participación en ellas— de las intensas y fervientes emociones que el delicioso disfrute de tu hermosa persona tiene que provocar. Bella oyó la insidiosa proposición con sentimientos mezclados de sorpresa y placer. Los poderosos y lascivos impulsos de su ardiente naturaleza despertaron en el acto ante la descripción ofrecida a su fértil imaginación. ¿Cómo dudar? El piadoso sacerdote acercó su complaciente cuerpo hacia ella, y estampó un largo y cálido beso en sus rosados labios. —Madre Santa —murmuró Bella, sintiendo cada vez más excitados sus instintos sexuales—. ¡Es demasiado para que pueda soportarlo! Yo quisiera... me pregunto... ¡no sé qué decir! —Inocente y dulce criatura. Es misión mía la de instruirte. En mi persona encontrarás el mejor y más apto preceptor para la realización dc los ejercicios que de hoy en adelante tendrás que llevar a cabo. El padre Ambrosio cambió de postura. En aquel momento Bella advirtió por vez primera su ardiente mirada de sensualidad, y casi le causó temor descubrirla. También fue en aquel instante cuando se dio cuenta de la enorme protuberancia que descollaba en la parte frontal de la sotana del padre santo. El excitado sacerdote apenas se tomaba ya el trabajo de disimular su estado y sus intenciones. Tomando a la hermosa muchacha entre sus brazos la besó larga y apasionadamente. Apretó el suave cuerpo de ella contra su voluminosa persona, y la atrajo fuertemente para entrar en contacto cada vez más íntimo con su grácil figura. Al cabo, consumido por la lujuria, perdió los estribos, y dejando a Bella parcialmente en libertad, abrió el frente de su sotana y dejó expuesto a los atónitos ojos de su joven penitente y sin el menor rubor, un miembro cuyas gigantescas proporciones, erección y rigidez la dejaron completamente confundida. Es imposible describir las sensaciones despertadas en Bella por el repentino descubrimiento de aquel formidable instrumento. Su mirada se fijó instantáneamente en él, al tiempo que el padre, advirtiendo ~su asombro, pero descubriendo que en él no había mezcla alguna de alarma o de temor, lo colocó tranquilamente entre sus manos. El entablar contacto con tan tremenda cosa se apoderó de Bella un terrible estado de excitación. Como quiera que hasta entonces no había visto más que el miembro de moderadas proporciones de Carlos, tan notable fenómeno despertó rápidamente en ella la mayor de las sensaciones lascivas, y asiendo el inmenso objeto lo mejor que pudo con sus manecitas se acercó a él embargada por un deleite sensual verdaderamente extático. —Santo Dios! ¡Esto es casi el cielo! —murmuró Bella—. ¡Oh, padre, quién hubiera creído que iba yo a ser escogida para semejante dicha! Esto era demasiado para el padre Ambrosio. Estaba encantado con la lujuria de su linda penitente y por el éxito de su infame treta. (En efecto, él lo había planeado todo, puesto que facilitó la entrevista de los jóvenes, y con ella la oportunidad de que se entregasen a sus ardorosos juegos, a escondidas de todos menos de él, que se agazapó cerca del lugar de la cita para contemplar con centelleantes ojos el combate amoroso). Levantándose rápidamente alzó el ligero cuerpo de la joven Bella, y colocándola sobre el cojín en el que estuvo sentado él momentos antes levantó sus rollizas piernas y separando lo más que pudo sus complacientes muslos, contempló por un instante la deliciosa hendidura rosada que aparecía debajo del blanco vientre. Luego, sin decir palabra, avanzó su rostro hacía ella, e introduciendo su impúdica lengua tan adentro como pudo en la húmeda vaina dióse a succionar tan deliciosamente, que Bella, en un gran éxtasis pasional, y sacudido su joven cuerpo por espasmódicas contracciones de placer, eyaculó abundantemente, emisión que el santo padre engulló cual si fuera un flan. Siguieron unos instantes de calma. Bella reposaba sobre su espalda. con los brazos extendidos a ambos lados y la cabeza caída hacia atrás, en actitud de delicioso agotamiento tras las violentas emociones provocas por el lujurioso proceder del reverendo padre. Su pecho se agitaba todavía bajo la violencia de sus transportes, y sus hermosos ojos permanecían entornados en lánguido reposo. El padre Ambrosio era de los contados hombres capaces de controlar sus instintos pasionales en circunstancias como las presentes. Continuos hábitos de paciencia en espera de alcanzar los objetos propuestos, el empleo de la tenacidad en todos sus actos, y la cautela convencional propia de la orden a la que pertenecía, no se habían borrado por completo no obstante su temperamento fogoso, y aunque de natural incompatible con la vocación sacerdotal, y de deseos tan violentos que caían fuera de lo común, había aprendido a controlar sus pasiones hasta la mortificación. Ya es hora de que descorramos el velo que cubre el verdadero carácter de este hombre. Lo hago respetuosamente, pero la verdad debe ser dicha. El padre Ambrosio era la personificación viviente de la lujuria. Su mente estaba en realidad entregada a satisfacerla, y sus fuertes instintos animales, su ardiente y vigorosa constitución, al igual que su indomable naturaleza, lo identificaban con la imagen física y mental del sátiro de la antigüedad. Pero Bella sólo lo conocía como el padre santo que no sólo le había perdonado su grave delito, sino que le habla también abierto el camino por el que podía dirigirse, sin pecado, a gozar de los placeres que tan firmemente tenía fijos en su juvenil imaginación. El osado sacerdote, sumamente complacido por el éxito de una estratagema que había puesto en sus manos lujuriosas una víctima y también por la extraordinaria sensualidad de la naturaleza de la joven, y el evidente deleite con que se entregaba a la satisfacción de sus deseos, se disponía en aquellos momentos a cosechar los frutos de su superchería, y disfrutaba lo indecible con la idea de que iba a poseer todos los delicados encantos que Bella podía ofrecerle para mitigar su espantosa lujuria. Al fin era suya, y al tiempo que se retiraba de su cuerpo tembloroso, conservando todavía en sus labios la muestra de la participación que había tenido en el placer experimentado por ella, su miembro, todavía hinchado y rígido, presentaba una cabeza reluciente a causa de la presión de la sangre y el endurecimiento de los músculos. Tan pronto como la joven Bella se hubo recuperado del ataque que acabamos de describir, inferido por su confesor en las partes más sensibles de su persona, y alzó la cabeza de la posición inclinada en que reposaba, sus ojos volvieron a tropezar con el gran tronco que el padre mantenía impúdicamente expuesto. Bella pudo ver el largo y grueso mástil blanco, y la mata de negros pelos rizados de donde emergía, oscilando rígidamente hacia arriba, y la cabeza en forma de huevo que sobresalía en el extremo, roja y desnuda, y que parecía invitar el contacto de su mano. Contemplaba aquella gruesa y rígida masa de músculo y carne, e incapaz de resistir la tentación la tomó de nuevo entre sus manos. La apretó, la estrujó, y deslizó hacia atrás los pliegues de piel que la cubrían para observar la gran nuez que la coronaba. Maravillada, contempló el agujerito que aparecía en su extremo, y tomándolo con ambas manos lo mantuvo, palpitante, junto a su cara. —¡Oh. padre! ¡Qué cosa tan maravillosa! —exclamó—. ¡Qué grande! ¡ Por favor, padre Ambrosio, decidme cómo debo proceder para aliviar a nuestros santos ministros religiosos de esos sentimientos que según usted tanto los inquietan, y que hasta dolor les causan! El padre Ambrosio estaba demasiado excitado para poder contestar, pero tomando la mano de ella con la suya le enseñó a la inocente muchacha cómo tenía que mover sus dedos de atrás y adelante en su enorme objeto. Su placer era intenso, y el de Bella no parecía ser menor. Siguió frotando el miembro entre las suaves palmas de sus manos, mientras contemplaba con aire inocente la cara de él. Después le preguntó en voz queda si ello le proporcionaba gran placer, y si por lo tanto tenía qué seguir actuando tal como lo hacía. Entretanto, el gran pene del padre Ambrosio engordaba y crecía todavía más por efecto del excitante cosquilleo al que lo sometía la jovencita. —Espera un momento. Si sigues frotándolo de esta manera me voy a venir —dijo por lo bajo—. Será mejor retardarlo todavía un poco. —¿Se vendrá, padrecito? —inquirió Bella ávidamente—. ¿Qué quiere decir eso? —¡Ah, mi dulce niña, tan adorable por tu belleza como por tu inocencia! ¡Cuán divinamente llevas a cabo tu excelsa misión! —exclamó Ambrosio, encantado de abusar de la evidente inexperiencia de su joven penitente, y de poder así envilecería—. Venirse significa completar el acto por medio del cual se disfruta en su totalidad del placer venéreo y supone el escape de una gran cantidad de fluido blanco y espeso del interior de la cosa que sostienes entre tus manos, y que al ser expelido proporciona igual placer al que la arroja que a la persona que, en el modo que sea, la recibe. Bella recordó a Carlos y su éxtasis, y entendió enseguida a lo que el padre se refería. —¿Y este derrame le proporcionaría alivio, padre? —Claro que sí, hija mía, y por ello deseo ofrecerte la oportunidad de que me proporciones ese alivio bienhechor, como bendito sacrificio de uno de los más humildes servidores de la iglesia. —¡Qué delicia! —murmuró Bella—. Por obra mía correrá esa rica corriente, y es únicamente a mí a quien el santo varón reserva ese final placentero. ¡Cuánta felicidad me proporciona poderle causar semejante dicha! Después de expresar apasionadamente estos pensamientos, inclinó la cabeza. El objeto de su adoración exhalaba un perfume difícil de definir. Depositó sus húmedos labios sobre su extremo superior, cubrió con su adorable boca el pequeño orificio, y luego besó ardientemente el reluciente miembro. —¿Cómo se llama ese fluido? —preguntó Bella, alzando una vez más su lindo rostro. —--Tiene varios nombres —replicó el santo varón—. Depende de la clase social a la que pertenezca la persona que lo menciona. Pero entre nosotros, hija mía, lo llamaremos leche. —¿Leche? —repitió Bella inocentemente, dejando escapar el erótico vocablo por entre sus dulces labios, con una unción que en aquellas circunstancias resultaba natural. —Sí, hija mía, la palabra es leche. Por lo menos así quisiera que lo llamaras tú. Y enseguida te inundaré con esta esencia tan preciosa. —¿Cómo tengo que recibirla? —preguntó Bella, pensando en Carlos, y en la tremenda diferencia relativa entre su instrumento y el gigantesco pene que en aquellos instantes tenía ante sí. —Hay varios modos para ello, todos los cuales tienes que aprender. Pero ahora no estamos bien acomodados para el principal de los actos del rito venéreo, la copulación permitida de la que ya hemos hablado. Por consiguiente debemos sustituirlo por otro medio más sencillo, así que en lugar de que descargue esta esencia llamada leche en el interior de tu cuerpo, teniendo en cuenta que la suma estrechez de tu hendidura provocaría que fluyera con extrema abundancia, empezaremos con la fricción por medio de tus obedientes dedos, hasta que llegue el momento en que se aproximen los espasmos que acompañan a la emisión. Llegado el instante, a una señal mía tomarás entre tus labios lo más que quepa en ellos de la cabeza de este objeto. hasta que, expelida la última gota, me retire satisfecho, por lo menos temporalmente. Bella, cuyo lujurioso instinto le había permitido disfrutar la descripción hecha por el confesor, y que estaba tan ansiosa como él mismo por llevar a cumplimiento el atrevido programa, manifestó rápidamente su voluntad de complacer. Ambrosio colocó una vez más su enorme pene en manos de Bella. Excitada tanto por la vista como por el contacto de tan notable objeto, que tenía asido entre ambas manos con verdadero deleite, la joven se dio a cosquillear. frotar y exprimir el enorme y tieso miembro, de manera que proporcionaba al licencioso cura el mayor de los goces. No contenta con friccionarlo con sus delicados dedos, Bella, dejando escapar palabras de devoción y satisfacción, llevó la espumeante cabeza a sus rosados labios, y la introdujo hasta donde le fue posible, con la esperanza de provocar con sus toques y con las suaves caricias de su lengua la deliciosa eyaculación que debía sobrevenir. Esto era más de lo que el santo varón había esperado, ya que nunca supuso que iba a encontrar una discípula tan bien dispuesta para el irregular ataque que había propuesto. Despertadas al máximo sus sensaciones por el delicioso cosquilleo de que era objeto, se disponía a inundar la boca y la garganta de la muchachita con el flujo de su poderosa descarga. Ambrosio comenzó a sentir que no tardaría en venirse, con lo que iba a terminar su placer. Era uno de esos seres excepcionales, cuya abundante eyaculación seminal es mucho mayor que la de los individuos normales. No sólo estaba dotado del singular don de poder repetir el acto venéreo con intervalos cortos, sino que la cantidad con que terminaba su placer era tan tremenda como desusada. La superabundancia parecía estar en relación con la proporción con que hubieran sido despertadas sus pasiones animales, y cuando sus deseos libidinosos habían sido prolongados e intensos, sus emisiones de semen lo eran igualmente. Fue en estas circunstancias que la dulce Bella había emprendido la tarea de dejar escapar los contenidos torrentes de lujuria de aquel hombre. Iba a ser su dulce boca la receptora de los espesos y viscosos torrentes que hasta el momento no había experimentado, e ignorante como se encontraba de los resultados del alivio que tan ansiosa estaba de administrar, la hermosa doncella deseaba la consumación de su labor, y el derrame de leche del que le había hablado el buen padre. El exuberante miembro engrosaba y se enardecía cada vez más, a medida que los excitantes labios de Bella apresaban su anchurosa cabeza y su lengua jugueteaba en torno al pequeño orificio. Sus blancas manos lo privaban de su dúctil piel, o cosquilleaban alternativamente su extremo inferior. Dos veces retirá Ambrosio la cabeza de su miembro de los rosados labios de la muchacha, incapaz ya de aguantar los deseos de venirse al delicioso contacto de los mismos. Al fin Bella, impaciente por el retraso, y habiendo al parecer alcanzado un máximo de perfección en su técnica, presionó con mayor energía que antes el tieso dardo. Instantáneamente se produjo un envaramiento en las extremidades del buen padre. Sus piernas se abrieron ampliamente a ambos lados de su penitente. Sus manos se agarraron convulsivamente del cojín. Su cuerpo se proyectó hacia delante y se enderezó. —¡Dios santo! ¡Me voy a venir! —exclamó al tiempo que con los labios entreabiertos y los ojos vidriosos lanzaba una última mirada a su inocente víctima. Después se estremeció profundamente, y entre lamentos y entrecortados gritos histéricos su pene, por efecto de la provocación de la jovencita, comenzó a expeler torrentes de espeso y viscoso fluido. Bella, comprendiendo por los chorros que uno tras otro inundaban su boca y resbalaban garganta abajo, así como por los gritos de su compañero, que éste disfrutaba al máximo los efectos de lo que ella había provocado, siguió succionando y apretujando hasta que, llena de las descargas viscosas, y semiasfixiada por su abundancia, se vio obligada a soltar aquella jeringa humana que continuaba eyaculando a chorros sobre su rostro. -¡Madre santa! —exclamó Bella, cuyos labios y cara estaban inundados de la leche del padre—. ¡Qué placer me ha provocado! Y a usted, padre mío, ¿no le he proporcionado el preciado alivio que necesitaba? El padre Ambrosio, demasiado agitado para poder contestar, atrajo a la gentil muchacha hacia sus brazos, y comprimiendo sus chorreantes labios los cubrió con húmedos besos de gratitud y de placer. Transcurrió un cuarto de hora en reposo tranquilo, que ningún signo de turbación exterior vino a interrumpir. La puerta estaba bajo cerrojo, y el padre había escogido bien el momento. Mientras tanto Bella, terriblemente excitada por la escena que hemos tratado de describir, había concebido el extravagante deseo de que el rígido miembro de Ambrosio realizara con ella misma la operación que había sufrido con el arma de moderadas proporciones de Carlos. Pasando sus brazos en torno al robusto cuello de su confesor, le susurró tiernas palabras de invitación, observando, al hacerlo, el efecto que causaban en el instrumento que adquiría ya rigidez entre sus piernas. —Me dijisteis que la estrechez de esta hendidura —y Bella colocó la ancha mano de él sobre la misma, presionándola luego suavemente— os haría descargar una abundante cantidad de leche que poseéis. ¿Por qué no he de poder, padre mío, sentirla derramarse dentro de mi cuerpo por la punta de esta cosa roja? Era evidente lo mucho que la hermosura de la joven Bella, así como la inocencia e ingenuidad de su carácter, inflamaban el natural ya de por sí sensual del sacerdote. Saberse triunfador, tenerla absolutamente impotente entre sus manos, la delicadeza y refinamiento de la muchacha, todo ello conspiraba al máximo para despertar sus licenciosos instintos y desenfrenados deseos. Era suya, suya para gozarla a voluntad, suya para satisfacer cualquier capricho de su terrible lujuria, y estaba lista a entregarse a la más desenfrenada sensualidad. —¡Por Dios, esto es demasiado! —exclamó Ambrosio, cuya lujuria, de nuevo encendida, volvía a asaltarle violentamente ante tal solicitud—. Dulce muchachita, no sabes lo que pides. La desproporción es terrible, y sufrirás demasiado al intentarlo. —Lo soportaré todo —replicó Bella— con tal de poder sentir esta cosa terrible dentro de mí, y gustar de los chorros de leche. —¡Santa madre de Dios! Es demasiado para ti, Bella. No tienes idea de las medidas de esta máquina, una vez hinchada, adorable criatura, nadarían en un océano de leche caliente. —-Oh padrecito! ¡Qué dicha celestial! —Desnúdate, Bella. Quitate todo lo que pueda entorpecer nuestros movimientos, que te prometo serán en extremo violentos. Cumpliendo la orden, Bella se despojó rápidamente de sus vestidos, y buscando complacer a su confesor con la plena exhibición de sus encantos, a fin de que su miembro se alargara en proporción a lo que ella mostrara de sus desnudeces, se despojó de hasta la más mínima prenda interior, para quedar tal como vino al mundo. El padre Ambrosio quedó atónito ante la contemplación de los encantos que se ofrecían a su vista. La amplitud de sus caderas, los capullos de sus senos, la nívea blancura de su piel, suave como el satín, la redondez de sus nalgas y lo rotundo de sus muslos, el blanco y plano vientre con su adorable monte, y, por sobre todo, la encantadora hendidura rosada que destacaba debajo del mismo, asomándose tímidamente entre los rollizos muslos, hicieron que él se lanzara sobre la joven con un rugido de lujuria. Ambrosio atrapó a su víctima entre sus brazos. Oprimió su cuerpo suave y deslumbrante contra el suyo. La cubrió de besos lúbricos, y dando rienda suelta a su licenciosa lengua prometió a la jovencita todos los goces del paraíso mediante la introducción de su gran aparato en el interior de su vulva. Bella acogió estas palabras con un gritito de éxtasis, y cuando su excitado estuprador la acostó sobre sus espaldas sentía ya la anchurosa y tumefacta cabeza del pene gigantesco presionando los calientes y húmedos labios de su orificio casi virginal. El santo varón, encontrando placer en el contacto de su pene con los calientes labios de la vulva de Bella, comenzó a empujar hacia adentro con todas sus fuerzas, hasta que la gran nuez de la punta se llenó de humedad secretada por la sensible vaina. La pasión enfervorizaba a Bella. Los esfuerzos del padre Ambrosio por alojar la cabeza de su miembro entre los húmedos labios de su rendija en lugar de disuadiría la espoleaban hasta la locura, y finalmente, profiriendo un débil grito, se inclinó hacia adelante y expulsó el viscoso tributo de su lascivo temperamento. Esto era exactamente lo que esperaba el desvergonzado cura. Cuando la dulce y caliente emisión inundó su enormemente desarrollado pene, empujó resueltamente, y de un solo golpe introdujo la mitad de su voluminoso apéndice en el interior de la hermosa muchacha. Tan pronto como Bella se sintió empalada por la entrada del terrible miembro en el interior de su tierno cuerpo, perdió el poco control que conservaba, y olvidándose del dolor que sufría rodeó con sus piernas las espaldas de él, y alentó a su enorme invasor a no guardarle consideraciones. —Mi tierna y dulce chiquilla —murmuró el lascivo sacerdote—. Mis brazos te rodean, mi arma está hundida a medias en tu vientre. Pronto serán para ti los goces del paraíso. —Lo sé; lo siento. No os hagáis hacia atrás; dadme el delicioso objeto hasta donde podáis. —Toma, pues. Empujo, aprieto, pero estoy demasiado bien dotado para poder penetrarte fácilmente. Tal vez te reviente. pero ahora ya es demasiado tarde. Tengo que poseerte... o morir. Las partes de Bella se relajaron un poco, y Ambrosio pudo penetrar unos centímetros más. Su palpitante miembro, húmedo y desnudo, había recorrido la mitad del camino hacia el interior de la jovencita. Su placer era intenso, y la cabeza de su instrumento estaba deliciosamente comprimida por la vaina de Bella. —Adelante, padrecito. Estoy en espera de la leche que me habéis prometido. El confesor no necesitaba de este aliento para inducirlo a poner en acción todos sus tremendos poderes copulatorios. Empujó frenéticamente hacia adelante, y con cada nuevo esfuerzo sumió su cálido pene más adentro, hasta que, por fin, con un golpe poderoso lo enterró hasta los testículos en el interior de la vulva de Bella. Esta furiosa introducción por parte del brutal sacerdote fue más de lo que su frágil víctima, animada por sus propios deseos, pudo soportar. Con un desmayado grito de angustia física, Bella anunció que su estuprador había vencido toda la resistencia que su juventud había opuesto a la entrada de su miembro, y la tortura de la forzada introducción de aquella masa borro la sensación de placer con que en un principio había soportado el ataque. Ambrosio lanzó un grito de alegría al contemplar la hermosa presa que su serpiente había mordido. Gozaba con la víctima que tenía empalada con su enorme ariete. Sentía el enloquecedor contacto con inexpresable placer. Veía a la muchacha estremecerse por la angustia de su violación. Su natural impetuoso había despertado por entero. Pasare lo que pasare, disfrutaría hasta el máximo. Así pues, estrechó entre sus brazos el cuerpo de la hermosa muchacha, y la agasajó con toda la extensión de su inmenso miembro. —Hermosa mía, realmente eres incitante. Tú también tienes que disfrutar. Te daré la leche de que te hablaba. Pero antes tengo que despertar mi naturaleza con este lujurioso cosquilleo. Bésame, Bella, y luego la tendrás. Y cuando mi caliente leche me deje para adentrarse en tus juveniles entrañas, experimentarás los exquisitos deleites que estoy sintiendo yo. ¡Aprieta. Bella! Déjame también empujar, chiquilla mía! Ahora entra de nuevo, ¡Oh...! ¡Oh...! Ambrosio se levantó por un momento y pudo ver el inmenso émbolo a causa del cual la linda hendidura de Bella estaba en aquellos momentos extraordinariamente distendida. Firmemente empotrado en aquella lujuriosa vaina, y saboreando profundamente la suma estrechez de los cálidos pliegues de carne en los que estaba encajado, empujó sin preocuparse del dolor que su miembro provocaba, y sólo ansioso de procurarse el máximo deleite posible. No era hombre que fuera a detenerse en tales casos ante falsos conceptos de piedad, en aquellos momentos empujaba hacia dentro lo más posible, mientras que febrilmente rociaba de besos los abiertos y temblorosos labios de la pobre Bella. Por espacio de unos minutos no se oyó Otra cosa que los jadeos y sacudidas con que el lascivo sacerdote se entregaba a darse satisfacción, y el glu-glu de su inmenso pene cuando alternativamente entraba y salía del sexo de la bella penitente. No cabe suponer que un hombre como Ambrosio ignorara el tremendo poder de goce que su miembro podía suscitar en una persona del sexo opuesto, ni que su tamaño y capacidad de descarga eran capaces de provocar las más excitantes emociones en la joven sobre la que estaba accionando. Pero la naturaleza hacía valer sus derechos también en la persona de la joven Bella. El dolor de la dilatación se vio bien pronto atenuado por la intensa sensación de placer provocada por la vigorosa arma del santo varón, y no tardaron los quejidos y lamentos de la linda chiquilla en entremezclarse con sonidos medio sofocados en lo más hondo de su ser, que expresaban su deleite. —¡Padre mío! ¡Padrecito, mi querido y generoso padrecito! Empujad, empujad: puedo soportarlo. Lo deseo. Estoy en el cielo. ¡El bendito instrumento tiene una cabeza tan ardiente! ¡Oh, corazón mío! ¡Oh... oh! Madre bendita, ¿qué es lo que siento? Ambrosio veía el efecto que provocaba. Su propio placer llegaba a toda prisa. Se meneaba furiosamente hacia atrás y hacia adelante, agasajando a Bella a cada nueva embestida con todo el largo de su miembro, que se hundía hasta los rizados pelos que cubrían sus testículos. Al cabo, Bella no pudo resistir más, y obsequió al arrebatado violador con una cálida emisión que inundó todo su rígido miembro. Resulta imposible describir el frenesí de lujuria que en aquellos momentos se apoderó de la joven y encantadora Bella. Se aferró con desesperación al fornido cuerpo del sacerdote, que agasajaba a su voluptuoso angelical cuerpo con toda la fuerza y poderío de sus viriles estocadas, y lo alojó en su estrecha y resbalosa vaina hasta los testículos. Pero ni aún en su éxtasis Bella perdió nunca de vista la perfección del goce. El santo varón tenía que expeler su semen en el interior de ella, tal como lo había hecho Carlos, y la sola idea de ello añadió combustible al fuego de su lujuria. Cuando, por consiguiente, el padre Ambrosio pasó sus brazos en torno a su esbelta cintura, y hundió hasta los pelos su pene de semental en la vulva de Bella, para anunciar entre suspiros que al fin llegaba la leche, la excitada muchacha se abrió de piernas todo lo que pudo, y en medio de gritos de placer recibió los chorros de su emisión en sus órganos vitales.
Así permaneció él por espacio de dos minutos enteros, durante los que se iban sucediendo las descargas, cada una de las cuales era recibida por Bella con profundas manifestaciones de placer, traducidas en gritos y contorsiones.

14/2/12

Cuerpo Enamorado






Miro mi sexo con ternura
Toco la punta de mi cuerpo enamorado
Y no soy yo que veo sino el otro
El mismo mono milenario
Que se refleja en el remanso y ríe
Amo el espejo en que contemplo
Mi espesa barba y mi tristeza
Mis pantalones grises y la lluvia
Miro mi sexo con ternura
Mi glande puro y mis testículos
Repletos de amargura
Y no soy yo que sufre sino el otro
El mismo mono milenario
Que se refleja en el espejo y llora
 
 

La Ballade of Lady and Bird




Bird :
Lady?

Lady :
Yes Bird?

Bird :
It's cold

Lady :
I know

Lady :
Bird...
I cannot see a thing

Bird :
It's all in your mind

Lady :
I'm worried

Bird :
No one will come to see us

Lady :
Maybe they come but we just don't see them
What do you see?

Bird :
I see what's outside

Lady :
And what exactly is outside?

Bird :
It's grown-ups

Lady :
Well maybe if we scream they can hear us

Bird :
Yeah, maybe we should try to scream

Lady :
Ok, Bird

Lady & Bird :
Heeeelp, Heeeelp
Can you hear us now ?
Hello !
Help !
Hello it's me
Hey
Can you see
Can you see me
I'm here
Nana come and take us
Hello
Are you there
Hello

Lady :
I don't think they can hear us

Bird :
I can hear you lady

Bird :
Do you want to come with me lady

Lady :
Will you be nice to me Bird

Lady :
You're always be nice to me because you're my friend

Bird :
I try but sometimes I make mistakes

Lady :
Nana says we all make mistakes

Bird :
Maybe we should scream more

Lady :
Yes, Bird let's scream more

Lady & Bird :
Help ! Help us ! Come on ! Help
Hello !
Help
Hello !
We're lost

Lady :
I don't think they cannot see us

Bird :
Nobody likes us

Lady :
But they all seem so big

Bird :
Maybe we should just jump

Lady :
What if we fall from the bridge and then nobody can catch us

Bird :
I don't know let's just see what happens

Lady :
Okay

Bird :
Come with me

Lady :
Shall we do it together

Bird :
Yeah

Lady & Bird :
1 2 3....Aaaaaaah

Bird :
Lady?

Lady :
Yes Bird

Bird :
It's cold

Lady :
I know

Lady :
Bird...I cannot see a thing

Bird :
It's all in your mind




13/2/12

Whitman:




Cuando leas esto, yo, que ahora soy visible,
me habré vuelto invisible;
entonces tú serás compacto, visible,
y realizarás mis poemas volviéndote hacia mí,
imaginando cuán dichoso sería yo
si pudiese estar contigo y ser tu camarada.