30/7/10

22 Sept. 2010 Mario Silvania/Ciëlo en Lima








Con alegría y mucha emoción recibí hoy temprano la grata noticia de la venida de Mario Silvania/Ciëlo al Perú. Mario Mendoza junto al desaparecido Cocó Revilla formaron en los noventas a Silvania una de las bandas más innovadoras e importantes de la escena Shoegaze/Psicodélica de Europa y Sudamérica. Años después nacería Ciëlo, un proyecto electro vanguardista, innovador y altamente creativo.

La productora Off On Entertainment es la encargada de traerlo a su natal Lima para su presentación programada para el día 22 de setiembre en la que nos deleitará como pinchadiscos, demostrando su habilidad y arte por la música bella y prodigiosa que ha sabido ofrecer a sus seguidores...

fuente: Oriani_k

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Personalmente esto no me lo pierdo!!!

La vida humana como poema




Creo que, desde un punto de vista biológico, la vida humana es casi como un poema.
Tiene su ritmo y su cadencia, sus ciclos internos de crecimiento y decaimiento. Comienza con
la inocente niñez, seguida por la torpe adolescencia en la que trata desmañadamente de
adaptarse a la sociedad madura, con sus pasiones y sus locuras juveniles, sus ideales y
ambiciones; luego llega a la virilidad de intensas actividades, aprovechando la experiencia y
aprendiendo más sobre la sociedad y la naturaleza humana; en la edad madura hay un leve
aflojamiento de la tensión, un endulza-miento del carácter como cuando madura la fruta o se
hace más suave el vino bueno, y la adquisición gradual de un criterio de la vida más tolerante,
más cínico y a la vez más bondadoso; entonces, en el ocaso de nuestra vida, las glándulas
endocrinas disminuyen su actividad, y si tenemos una verdadera filosofía de la ancianidad y
hemos ordenado el patrón de nuestra vida conforme a ella, es ésta para nosotros la edad de
paz y seguridad y holganza y contento; finalmente, la vida se apaga y llega uno al sueño
eterno, para no despertar jamás. Deberíamos ser capaces de sentir la belleza de este ritmo de
la vida, de apreciar, como hacemos en las grandes sinfonías, su tema principal, sus acordes de
conflicto y la resolución final. Los movimientos de estos ciclos son casi siempre iguales en la
vida normal, pero la música debe ser dada por el individuo mismo. En algunas almas, la nota
discordante se hace más y más áspera, y finalmente abruma o sumerge a la melodía principal.
A veces la nota discordante gana tanto poder que ya no puede seguir la música, y el individuo
se mata con una pistola o salta a un río. Pero esto es porque su leitmotiv original fue apagado
ya sin esperanza, por falta de una buena autoeducación. De otro modo la vida humana normal
corre a su fin normal en una especie de digno movimiento, de procesión. Hay, a veces, en
muchos de nosotros demasiados ataccatos o impetuosos, y porque el tiempo va mal, la música
no es agradable al oído; podríamos tener algo más del grandioso ritmo y el majestuoso tiempo
del Ganges, que afluye lenta y eternamente al mar.
Nadie puede decir que una vida con niñez, virilidad y ancianidad no es una hermosa
concertación; el día tiene su mañana, mediodía y atardecer, y el año tiene sus estaciones, y
bien está que así sea. No hay bien ni mal en la vida, sino lo que está bien de acuerdo con la
propia estación. Y si asumimos este criterio biológico de la vida y tratamos de vivir de acuerdo
con las temporadas, nadie sino un tonto envanecido o un idealista imposible puede negar que
la vida humana puede ser vivida como un poema. Shakespeare ha expresado esta idea más
gráficamente en su pasaje acerca de las siete etapas de la vida, y un buen número de
escritores chinos han dicho casi lo mismo. Es curioso que Shakespeare no fuese nunca muy
religioso, ni muy interesado en la religión. Creo que ésa fue su grandeza; tomaba la vida
humana casi como era, y se entrometía tan poco en el plan general de las cosas como en los
personajes de sus obras. Shakespeare era como la Naturaleza misma, y este es el mayor
elogio que podemos hacer a un escritor o a un pensador. No hizo más que vivir, observar la
vida y marcharse.

de:  La importancia de vivir
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29/7/10

Rostro

Desde Bocholt, Alemania Dirk D. regala arte pura hecha a lapiz, carbon y pasteles creando asi los cuadros mas bellos hechos a mano. Esta es muestra de alguno de sus dibujos, no fotografias:





de: La montaña del alma


La luna brilla en la explanada vacía; a la sombra de la montaña inmensa, se alzan dos largas cañas de bambú. De ellas cuelgan dos lámparas de petróleo que difunden una luz blanca y ha sido tendida entre una y otra cortina. Hay una compañía de circo actuando en el lugar, acompañada por una abollada trompeta que desentona un tanto y un gran tambor de triste sonido, corroído por la humedad. Hay cerca de doscientas personas: todos los adultos y los niños de este pueblecito de montaña, incluidos los mandos y los trabajadores de la zona forestal acompañados de sus familias, incluida también la joven esbelta de las pecas, oriunda del pueblo natal de Qu Yuan, vestida con su camiseta escotada llamada tee-shirt, según la pronunciación inglesa. Están agrupados en un arco circular de tres filas. En el centro, los espectadores están sentados en unos taburetes que se han traído de sus casas; detrás, la gente está de pie, y los que se encuentran aún más atrás estiran el cuello para tratar de ver algo entre las cabezas.
El programa se compone de unos números de qigong que consiste en romper unos ladrillos. Un ladrillo, dos ladrillos, tres ladrillos que se quiebran en dos, bajo el golpe del canto de la mano. Un hombre aprieta su cinturón, se traga unas bolas metálicas y las vuelve a expulsar en medio de un espurreo de gotas de saliva. Una chica gruesa trepa a los mástiles de bambú de los que ha colgado unos ganchos dorados. Echa fuego por la boca. «Esto tiene truco, tiene truco», murmuran las mujeres allí presentes, seguidas de los niños. El jefe de la compañía exclama:
—¡Bueno, ahora van a ver un número de verdad!
Coge una lanza y pide al que se tragaba bolas metálicas que apoye la punta en su pecho, luego en su garganta, hasta que la lanza se dobla igual que un arco. En la frente de este mozarrón de calva cabeza sobresalen unas venas azules. Los aplausos arrecian, el público ha sido por fin conquistado.
En la plaza, el ambiente comienza a relajarse un poco, el eco de la trompeta flota en la montaña, el tambor es menos triste, la gente entra en calor. La luna aparece entre las nubes, la luz de las lámparas de petróleo parece más viva. La mujer gruesa, muy robusta, lleva un cuenco lleno de agua sobre la cabeza y, con un tallo de bambú en cada mano, hace girar unos platos. A continuación, inclina su talle redondo y da las gracias al público con un saltito de puntillas, tal como lo hacen los bailarines en la televisión. La gente aplaude también. El jefe de la compañía es un verdadero pico de oro, sus bromas son cada vez más numerosas y los números cada vez más escasos. El ambiente se caldea, la alegría se apodera de los
asistentes.
El último número es un número de contorsionismo. Una muchacha vestida de rojo que, hasta aquel momento, pasaba los accesorios, salta encima de una mesa cuadrada sobre la que tres taburetes forman una pirámide. Se recorta sobre la sombra de las montañas, cuerpo rojo vivo iluminado por la luz blanca de las lámparas. En el cielo, el disco lleno de la luna, un instante antes oscuro, se ha tornado naranja.
Hace primero una figura de faisán de pie, apretando suavemente una pierna entre sus brazos y levantando bien alta la cabeza. La gente aplaude. Luego abre resueltamente las piernas en horizontal y se sienta sobre un taburete, sin hacerlo moverse ni un ápice. La gente la aclama. Por último, separa aún más las piernas y se arquea hacia atrás, sacando su pubis. La gente contiene el aliento. Su cabeza reaparece lentamente entre sus muslos, como un monstruo. La jovencita aprieta entre sus piernas su cabeza de la que le cuelga una larga trenza. Pone sus negros y redondos ojos como platos, llenos de tristeza, como si contemplara un mundo desconocido. Luego coge con ambas manos su pequeño rostro infantil. Diríase una extraña araña roja de forma humana, que escrutase a la multitud. La gente, que se apresta a aplaudir, suspende el gesto. Ella se apoya sobre las manos, levanta las piernas y se pone a girar sobre una sola mano; a través de su vestido rojo se dibujan muy claramente sus pezones. Se oye la respiración de los espectadores y se desprende un olor a sudor. A un niño que iba a hablar se lo impide un cachete que le propina la mujer que le sostiene en brazos. La muchacha de rojo aprieta los dientes, su vientre sube y baja lentamente, su rostro reluce de humedad. Se contorsiona hasta perder su figura humana, bajo este claro de luna, en la sombra profunda de estas montañas. Sólo sus finos labios y sus ojos negros brillantes expresan su sufrimiento. Y este sufrimiento atiza más el deseo cruel de los hombres.
Esta noche la gente está terriblemente excitada, como si corriera sangre de gallo por sus venas. Aunque sea va muy tarde, las casas permanecen casi todas iluminadas, y en sus interiores resuenan largamente voces y un ruido de objetos como si alguien se tropezara con ellos. También a mí me resulta imposible conciliar el sueño, mis pasos me conducen a la plaza vacía ahora. Las lámparas de petróleo han sido descolgadas y sólo persiste la claridad de la luna, límpida como el agua. No consigo hacerme a la idea de que a la sombra de estas montañas, solemne y profunda, se haya desarrollado un espectáculo donde la figura humana era deformada hasta tal punto, me pregunto si no ha sido un sueño.



27/7/10






Cuando Dios creó el Mundo vio que era bueno.
                                      ¿Qué dirá ahora?




26/7/10

de: Brevario de podredumbre





Genealogía del fanatismo

En sí misma, toda idea es neutra o debería serlo; pero el hombre la anima, proyecta en ella sus llamas y sus demencias; impura, transformada en creencia, se inserta en el tiempo, adopta figura de suceso: el paso de la lógica a la epilepsia se ha consumado... Así nacen las ideologías, las doctrinas y las farsas sangrientas.
Idólatras por instinto, convertimos en incondicionados los objetos de nuestros sueños y de nuestros intereses. La historia no es más que un desfile de falsos Absolutos, una sucesión de templos elevados a pretextos, un envilecimiento del espíritu ante lo Improbable. Incluso cuando se aleja de la religión el hombre permanece sujeto a ella; agotándose en forjar simulacros de dioses, los adopta después febrilmente: su necesidad de ficción, de mitología, triunfa sobre la evidencia y el ridículo. Su capacidad de adorar es responsable de todos sus crímenes: el que ama indebidamente a un dios obliga a los otros a amarlo, en espera de exterminarlos si rehúsan. No hay intolerancia, intransigencia ideológica o proselitismo que no revelen el fondo bestial del entusiasmo. Que pierda el hombre su facultad de indiferencia: se convierte en asesino virtual; que transforme su idea en dios: las consecuencias son incalculables. No se mata más que en nombre de un dios o de sus sucedáneos: los excesos suscitados por la diosa Razón, por la idea de nación, de clase o de raza son parientes de los de la Inquisición o la reforma. Las épocas de fervor sobresalen en hazañas sanguinarias: Santa Teresa no podía por menos de ser contemporánea de los autos de fe y Lutero de la matanza de los campesinos. En las crisis místicas, los gemidos de las víctimas son paralelos a los gemidos del éxtasis... Patíbulos, calabozos y mazmorras no prosperan más que a la sombra de una fe, de esa necesidad de creer que ha infestado el espíritu para siempre. El diablo palidece junto a quien dispone de una verdad, de su verdad. Somos injustos con los Nerones o los Tiberios: ellos no inventaron el concepto de herético: no fueron sino soñadores degenerados que se divertían con las matanzas. Los verdaderos criminales son los que establecen una ortodoxia sobre el plano religioso o político, los que distinguen entre el fiel y el cismático.
En cuanto nos rehusamos a admitir el carácter intercambiable de las ideas, la sangre corre... Bajo las resoluciones firmes se yergue un puñal; lo ojos llameantes presagian el crimen. Jamás el espíritu dubitativo, aquejado del hamletismo, fue pernicioso: el principio del mal reside en la tensión de la voluntad, en la ineptitud para el quietismo, en la megalomanía prometeica de una raza que revienta de ideal, que estalla bajo sus convicciones y la cual, por haberse complacido en despreciar la duda y la pereza vicios más nobles que todas sus virtudes , se ha internado en una vía de perdición, en la historia, en esa mezcla indecente de banalidad y apocalipsis... Las certezas abundan en ella: suprimidlas y suprimiréis sobre todo sus consecuencias: reconstituiréis el paraíso. ¿Qué es la Caída sino la búsqueda de una verdad y la certeza de haberla encontrado, la pasión por un dogma, el establecimiento de un dogma? De ello resulta el fanatismo tara capital que da al hombre el gusto por la eficacia, por la profecía y el terror , lepra lírica que contamina las almas, las somete, las tritura o las exalta... No escapan más que los escépticos (o los perezosos y los estetas), porque no proponen nada, porque verdaderos bienhechores de la humanidad destruyen los prejuicios y analizan el delirio. Me siento más seguro junto a un Pirrón que junto a un San Pablo, por la razón de que una sabiduría de humoradas es más dulce que una santidad desenfrenada. En un espíritu ardiente encontramos la bestia de presa disfrazada; no podríamos defendernos demasiado de las garras de un profeta... En cuanto eleve la voz, sea en nombre del cielo, de la ciudad o de otros pretextos, alejaos de él: sátiro de vuestra soledad, no os perdona el vivir más acá de sus verdades y sus arrebatos; quiere haceros compartir su histeria, su bien, imponérosla y desfiguraros. Un ser poseído por una creencia y que no buscase comunicársela a otros es un fenómeno extraño a la tierra, donde la obsesión de la salvación vuelve la vida irrespirable. Mirad en torno a vosotros: Por todas partes larvas que predican; cada institución traduce una misión; los ayuntamientos tienen su absoluto como los templos; la administración, con sus reglamentos metafísica para uso de monos... Todos se esfuerzan por remediar la vida de todos: aspiran a ello hasta los mendigos, incluso los incurables; las aceras del mundo y los hospitales rebosan de reformadores. El ansia de llegar a ser fuente de sucesos actúa sobre cada uno como un desorden mental o una maldición elegida. La sociedad es un infierno de salvadores. Lo que buscaba Diógenes con su linterna era un indiferente...
Me basta escuchar a alguien hablar sinceramente de ideal, de porvenir, de filosofía, escucharle decir «nosotros», con una inflexión de seguridad, invocar a los «otros» y sentirse su intérprete, para que le considere mi enemigo. Veo en él un tirano fallido, casi un verdugo, tan odioso como los tiranos y verdugos de gran clase. Es que toda fe ejerce una forma de terror, tanto más temible cuanto que los «puros» son sus agentes. Se sospecha de los ladinos, de los bribones, de los tramposos; sin embargo, no sabríamos imputarles ninguna de las grandes convulsiones de la historia; no creyendo en nada, no hurgan vuestros corazones, ni vuestros pensamientos más íntimos; os abandonan a vuestra molicie, a vuestra desesperación o a vuestra inutilidad; la humanidad les debe los pocos momentos de prosperidad que ha conocido; son ellos los que salvan a los pueblos que los fanáticos torturan y los «idealistas» arruinan. Sin doctrinas, no tienen más que caprichos e intereses, vicios acomodaticios, mil veces más soportables que el despotismo de los principios; porque todos los males de la vida vienen de una «concepción de la vida». Un hombre político cumplido debería profundizar en los sofistas antiguos y tomar lecciones de canto; y de corrupción...
El fanático es incorruptible: si mata por una idea, puede igualmente hacerse matar por ella; en los dos casos, tirano o mártir, es un monstruo. No hay seres más peligrosos que los que han sufrido por una creencia: los grandes perseguidores se reclutan entre los mártires a los que no se ha cortado la cabeza. Lejos de disminuir el apetito de poder, el sufrimiento lo exaspera; por eso el espíritu se siente más a gusto en la sociedad de un fanfarrón que en la de un mártir; y nada le repugna tanto como ese espectáculo donde se muere por una idea... Harto de lo sublime y de carnicerías, sueña con un aburrimiento provinciano a escala universal, con una Historia cuyo estancamiento sería tal que la duda se dibujaría como un acontecimiento y la esperanza como una calamidad...

El anti profeta

En todo hombre dormita un profeta, y cuando se despierta hay un poco más de mal en el mundo... La locura de predicar está tan anclada en nosotros que emerge de profundidades desconocidas al instinto de conservación. Cada uno espera su momento para proponer algo: no importa el qué. Tiene una voz: eso basta. Pagamos caro no ser sordos ni mudos...
De los desharrapados a los snobs, todos gastan su generosidad criminal, todos distribuyen recetas de felicidad, todos quieren dirigir los pasos de todos: la vida en común se hace intolerable y la vida consigo mismo más intolerable todavía: cuando no se interviene en los asuntos de los otros, se está tan inquieto de los propios que se convierte al «yo» en religión o, apóstol invertido, se le niega: somos víctimas del juego universal...
La abundancia de soluciones a los aspectos de la existencia sólo es igualada por su futilidad. La Historia: Manufactura de ideales... , mitología lunática... frenesí de hordas y de solitarios, rechazo de aceptar la realidad tal cual es, sed mortal de ficciones...
La fuente de nuestros actos reside en una propensión inconsciente a considerarnos el centro, la razón y el resultado del tiempo. Nuestros reflejos y nuestro orgullo transforman en planeta la parcela de carne y de conciencia que somos. Si tuviéramos el justo sentido de nuestra posición en el mundo, si comparar fuera inseparable de vivir, la revelación de nuestra ínfima presencia nos aplastaría. Pero vivir es cegarse sobre sus propias dimensiones...
Si todos nuestros actos, desde la respiración hasta la fundación de imperios o de sistemas metafísicos, derivan de una ilusión sobre nuestra importancia, con mayor razón aún el instinto profético. ¿Quién, con la exacta visión de su nulidad, intentaría ser eficaz y erigirse en salvador?
Nostalgia de un mundo sin «ideal», de una agonía sin doctrina, de una eternidad sin vida... El Paraíso... Pero no podríamos existir un instante sin engañarnos: el profeta en cada uno de nosotros es el rasgo de locura que nos hace prosperar en nuestro vacío.
El hombre idealmente lúcido, luego idealmente normal, no debería tener ningún recurso fuera de la nada que está en él... Me parece oírle: «Desgajado del fin, de todos los fines, no conservo de mis deseos y mis amarguras sino las fórmulas. Habiendo resistido a la tentación de sacar conclusiones, he vencido al espíritu, como he vencido a la vida por el horror a buscarle una solución. El espectáculo del hombre ¡qué vomitivo! El amor , un encuentro de dos salivas... Todos los sentimientos extraen su absoluto de la miseria de las glándulas. No hay nobleza sino en la negación de la existencia, en una sonrisa que domina paisajes aniquilados. (En otro tiempo, tuve un «yo», ahora no soy más que un objeto. Me atraco de todas las drogas de la soledad; las del mundo fueron demasiado débiles para hacérmela olvidar. Habiendo matado el profeta en mí, ¿cómo conservaré aún un sitio entre los hombres?)».

En el cementerio de las definiciones

Tenemos fundamento para imaginarnos un espíritu gritando: «Todo carece para mí ya de objeto, pues he dado las definiciones de todas las cosas»? Y si podemos imaginarlo, ¿cómo situarlo en la duración?
Soportamos tanto mejor lo que nos rodea porque le damos un nombre y nos desentendemos de ello. Pero abarcar una cosa con una definición, sea lo arbitraria que sea y tanto más grave resulta cuanto más arbitraria, pues el alma se adelanta entonces al conocimiento , es rechazarla, volverla insípida y superflua, aniquilarla. El espíritu ocioso y vacante y que no se integra en el mundo más que a favor del sueño , ¿en qué podría atarearse sino en ensanchar los nombres de las cosas, en vaciarlos, y en substituirlos por fórmulas? Después evoluciona sobre escombros; no más sensaciones; sólo recuerdos. Bajo cada fórmula yace un cadáver: el ser o el objeto mueren bajo el pretexto al que dieron lugar. Es el desenfreno frívolo y fúnebre del espíritu. Y ese espíritu se ha derrochado en lo que ha nombrado y circunscrito. Enamorado de los vocablos, odiaba los misterios de los silencios pesados y los volvía ligeros y puros: y él mismo llegó a ser ligero y puro, puesto que aligerado y purificado de todo. El vicio de definir ha hecho de él un asesino gracioso y una víctima discreta.
Y es así como se ha borrado la mancha que el alma extendía sobre el espíritu y que era lo único que le recordaba que estaba vivo.

Civilización y frivolidad

¿Cómo soportaríamos la masa y la profundidad gastada de las obras y de las obras maestras, si espíritus impertinentes y deliciosos no hubieran añadido a su trama las franjas de un desprecio sutil y de primaverales ironías? Y ¿cómo podríamos soportar los códigos, las costumbres, los párrafos del corazón que la inercia y el bienestar han superpuesto a los vicios inteligentes y fútiles, si no existieran esos seres regocijantes cuyo refinamiento coloca juntamente en las cumbres y al margen de la sociedad?
Es preciso estar agradecidos a las civilizaciones que no han abusado de lo serio, que han jugado con los valores y que se han deleitado en engendrarlos y destruirlos. ¿Se conoce fuera de las civilizaciones griega y francesa una demostración más lúcidamente festiva de la elegante nada de las cosas? El siglo de Alcibíades y el siglo XVIII francés son dos fuentes de consuelo. Mientras que no es hasta su último estado, hasta la disolución de todo un sistema de creencias y costumbres, cuando las otras civilizaciones pudieron gustar del ejercicio alegre que presta un sabor de inutilidad a la vida. En plena madurez, en plena posesión de sus fuerzas y de su porvenir, esos dos siglos conocieron el hastío despreocupado de todo y permeable a todo. ¿Hay mejor símbolo de esto que Madame Deffand, vieja, ciega y clarividente, que, aun execrando la vida, gusta sin embargo de los recreos de la amargura?
Nadie alcanza de buenas a primeras la frivolidad. Es un privilegio y un arte; es la búsqueda de lo superficial por aquellos que habiendo advertido la imposibilidad de toda certeza, han adquirido asco por ella; es la huida lejos de esos abismos naturalmente sin fondo que no pueden llevar a ninguna parte.
Quedan, sin embargo, las apariencias: ¿por qué no alzarlas al nivel de un estilo? Esto es lo que permite definir a toda época inteligente. Se llega a conceder más prestigio a la expresión que al alma que la sustenta, a la gracia que a la intuición; la emoción misma se vuelve cortés. El ser entregado a sí mismo, sin ningún prejuicio de elegancia, es un monstruo; no encuentra en sí más que zonas obscuras, donde rondan, inminentes, el terror y la negación. Saber, con toda su vitalidad, que uno se muere y no poder ocultarlo, es un acto de barbarie. Toda filosofía sincera reniega de los títulos de la civilización, cuya función consiste en tamizar nuestros secretos y disfrazarlos de efectos buscados. Así, la frivolidad es el antídoto más eficaz contra el mal de ser lo que se es: merced a ella engañamos al mundo y disimulamos la inconveniencia de nuestras profundidades. Sin sus artificios, ¿cómo no enrojecer de tener un alma? Nuestras soledades a flor de piel, ¡qué infierno para los otros! Pero es siempre para ellos y a veces para nosotros mismos para quien inventamos nuestras apariencias...

Desaparecer en Dios

El espíritu que cuida su esencia distinta está amenazado a cada paso por las cosas a las que se rehúsa. Cuando la atención el más grande de sus privilegios le abandona, cede a las tentaciones de las que ha querido huir, o se hace presa de misterios impuros... ¿Quién no conoce esos miedos, esos estremecimientos, esos vértigos que nos aproximan a la bestia y a los problemas postreros? Nuestras rodillas tiemblan sin doblarse; nuestras manos se buscan sin juntarse; nuestros ojos se elevan y no divisan nada... Conservamos este orgullo vertical que reafirma nuestro valor; este horror de los gestos que nos preserva de las efusiones; y el socorro de los párpados para cubrir miradas ridículamente inefables. Nuestro desliz está próximo, pero no es inevitable; el accidente curioso, pero nada nuevo; una sonrisa apunta ya en el horizonte de nuestros terrores... , no nos desplomaremos en la oración... Pues, a fin de cuentas, El no debe triunfar; su mayúscula debe ser comprometida por nuestra ironía; los escalofríos que dispensa, que sean disueltos por nuestro corazón.
Si verdaderamente tal ser existiese, si nuestras debilidades primasen sobre nuestras resoluciones y nuestras profundidades sobre nuestros exámenes, entonces ¿por qué pensar todavía, si nuestras dificultades estarían ya resueltas, nuestras interrogaciones suspendidas y nuestros espantos apaciguados? Sería demasiado fácil. Todo absoluto personal o abstracto es una forma de escamotear los problemas; y no sólo los problemas, sino también su raíz, que no es otra que un pánico de los sentidos.
Dios: caída perpendicular sobre nuestro espanto, salvación cayendo como un rayo en medio de nuestras búsquedas que ninguna esperanza engaña, anulación sin paliativos de nuestro orgullo desconsolado y voluntariamente inconsolable, encaminamiento del individuo por un apartadero, paro del alma por falta de inquietudes...
¿Qué mayor renuncia que la fe? Es cierto que sin ella uno se aventura en una infinidad de callejones sin salida. Pero incluso sabiendo que nada puede llevar a nada, que el universo es solamente un subproducto de nuestra tristeza, ¿por qué sacrificaríamos ese placer de tropezar y rompernos la cabeza contra la tierra y el cielo?
Las soluciones que nos propone nuestra cobardía ancestral son las peores deserciones a nuestro deber de decencia intelectual. Equivocarse, vivir y morir engañados, he ahí lo que hacen los hombres. Pero existe una dignidad que nos preserva de desaparecer en Dios y que transforma todos nuestros instantes en oraciones que jamás haremos...
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Acerca de Breviario De Podredumbre : (Précis de décomposition) es un libro escrito en 1949 por Émile Michel Cioran.
Fue el primer libro que escribió Cioran en francés como un reto hacia su idioma de adopción. Es un libro difícil de clasificar y de sintetizar. Está escrito en forma de aforismos y dividido en seis partes:

Breviario de podredumbre
El pensador de ocasión
Rostros de la decadencia
La santidad y las muecas de lo absoluto
El decorado del saber
Abdicaciones

Para descargar el libro completo clic aqui!!! (Si por A o B te pide contraseña, buscala en el comentario)
Gracias.









 
El pensamiento es destrucción en su esencia. Más exactamente, en su principio. Se piensa, se comienza a pensar, para romper las ligaduras, disolver las afinidades, comprometer la armazón de "lo real". Sólo después, cuando el trabajo de zapa está muy avanzado, el pensamiento se domina y se insurge contra su movimiento natural

Citas:







Amor es ese afecto desengañado que sobrevive tras un instante de baba...

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Siempre tenemos la impresión de que podríamos hacer mejor lo que los otros hacen. Desgraciadamente, no tenemos el mismo
sentimiento hacia lo que nosotros mismos hacemos...


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Desconfíen del rencor de los solitarios que dan la espalda al amor, a la ambición, a la sociedad. Se vengarán un día de haber
renunciado a todo eso...


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Los días no adquieren sabor hasta que uno escapa a la obligación de tener un destino...

23/7/10

La delicadeza de un alma no está casi
en los que se apropia Sino en el desprecio de ese estorbo
sangriento cual banquete de Tiestes
que la opulencia inconsciente ofrece vana y fútil

de: El amor brujo





Sonríes desde lejos como si masticaras
mi corazón entre tus colmillos
Mis palabras le quitan a tu vida muerte
Vives en este libro aunque te tengo miedo
Aunque apenas si hemos hablado
Pero te amo tanto como siempre
Tanto como puedas imaginar
Y estamos lejos
Como el sol del mar

de: Serenata



Asómate amor mío
que el cielo ha encendido un fandango
en su comba lejana
y no hace frío
El viento música entre árboles
un gemido
que parece tú sintiéndome el placer
que parece tú inclinado en mi rostro
secreteándome señales en el camino...

de: Ni siquiera una dulce noche



...Pero en vano
Pero estaba demasiado enfermo para soportar
la intimidad de tus caricias No hubieras conocido
en mí sino el temblor de un poeta y de su muerte
Aquel temor de mirarnos a los ojos no era vano
Estabas revestido de otro mundo Estabas lejos
Sobre todo cuando yo te amaba Cuando era
de ti como la nube en el reflejo del agua
Dentro pero lejos Dentro en el vientre
de una realidad inventada y fugaz.

Un probable constantitoi cavafis a los 19



Ésta noche asistirá a tres ceremonias peligrosas
El amor entre hombres
Fumar marihuana y escribir poemas


Mañana se levantará pasado el medio día
Tendrá rojos los labios
Tendrá rojos los ojos
Y otro papel enemigo.


Le dolerán los labios de haber besado tanto
Y le arderán los ojos como colillas encendidas
Y ese poema tampoco expresará su llanto.

Criaturas y manchas

Siento escalofrios de ti



Siento escalofríos de ti
hermana muerte
de verme en esta sala
mirando un cuadro de David
y súbitamente entrar en la vejez
sin ningún diente
y todas las arrugas
y los vientos negros
esparciendo mis cabellos
Yo te conozco hermana
se que eres una nube
de ojos yertos
que busca otra de luz
hasta convertirse en una
Te conozco y sin embargo
encontrarte en la sala del David
frente a frente
fue un gran susto
hermana mía.

De lo que soy





En este cuerpo
en el cual la vida ya anochece
vivo yo
Vientre blando y cabeza calva
Pocos dientes
y yo adentro
como un condenado
Estoy adentro y estoy enamorado
y estoy viejo
Descifro mi dolor con la poesía
y el resultado es especialmente doloroso
Voces que anuncian: ahí vienen tus angustias
Voces quebradas: pasaron ya tus días
La poesía es la única compañera
acostúmbrate a tus cuchillos
que es la única

15/7/10

Lagrima



Un pedazo de alma que cae,
un silecioso sonido que brota,
un poco de escencia que late,
esta bien no entenderla
no saberla tuya ni apropiarte de ella
la vida se vive en un solo sentido
cada uno de tus pasos
cada uno de tus latidos.


Puedes odiar, puedes amar,
puedes pedir, puedes desear,
puedes tener, puedes dejar,
pero la fuerza de lo existente
es siempre la que brota del borde de tus ojos,
una pequeña muestra suicida que cae
al sonar de tus latidos,
una pequeña muestra que vive
al tronar de tus sentidos,
una pequeña muestra
de motivos compartidos

13/7/10

de: Una muerte Rosa

Mis sueños serán vanos y formales como el rumor de los
párpados del agua en la sombra
me introduciré en los tuyos para sondear la profundidad
de tus lágrimas
mis llamadas te dejarán dulcemente vacilante
y en el tren hecho de tortugas de hielo
no tendrás que tirar de la señal de alarma
llegarás sola a esta playa perdida
donde una estrella descenderá sobre tus equipajes de arena.

12/7/10

Sueño que te veo superpuesta indefinidamente a ti misma...

Sueño que te veo superpuesta indefinidamente a ti misma
estás sentada sobre el alto taburete de coral
delante de tu espejo siempre en su cuarto creciente
dos dedos sobre el ala de agua del peine
y al mismo tiempo
regresas de un viaje te quedas la última en la gruta
resumante de relámpagos
No me reconoces
estás tendida en el lecho te despiertas o te duermes
te despiertas donde te dormistes o en cualquier otra parte
estás desnuda todavía rebota la bala de saúco
mil balas de saúco murmuran sobre ti
tan ligeras que en cada instante tú las ignoras
tu aliento tu sangre salvados de la loca juglaría del aire
atraviesas la calle los coches que sobre ti se lanzan no son
más que sombras y la misma niña
presa en un fuelle de lentejuelas
saltas a la comba
bastante tiempo para que aparezca en lo alto de la escalera invisible
la única mariposa verde que frecuenta las cimas de Asia
acaricio todo lo que fue tuyo
en todo lo que debe serlo aún
Oigo silbar melodiosamente
tus brazos innumerables
serpiente única en todos los árboles
tus brazos en cuyo centro gira el cristal de la rosa de los vientos
mi fuente viva de Sivas.

11/7/10

Unión libre




Mi mujer de cabellera de llamas de leña
De pensamientos de relámpagos de calor
De talle de reloj de arena
Mi mujer de talle de nutria entre los dientes del tigre
Mi mujer de boca de escarapela y de ramo de estrellas
de última magnitud
De dientes de huellas de rata blanca sobre la tierra blanca
De lengua de ámbar y de cristal frotados
Mi mujer de lengua de hostia apuñalada
De lengua de muñeca que abre y cierra los ojos
De lengua de piedra increíble
Mi mujer de pestañas de palotes de escritura de niño
De cejas de borde de nido de golondrina
Mi mujer de sienes de pizarra de tejado de invernadero
y de vaho de cristales
Mi mujer de hombros de champán
Y de fuente con cabezas de delfines bajo el hielo
Mi mujer de muñecas de cerillas
Mi mujer de dedos de azar y de as de corazones
De dedos de heno cortado
Mi mujer de axilas de marta y de encinas
De noche de San Juan
De alheña y de nido de escalarias
De brazos de espuma de mar y de esclusa
Y de mezcla del trigo y del molino
Mi mujer de piernas de bobina
De movimientos de relojería y de desesperaci6n
Mi mujer de pantorrillas de médula de saúco
Mi mujer de pies de iniciales
De pies de manojos de llaves de pies de calafates que beben
Mi mujer de cuello de cebada imperlada
Mi mujer de garganta de Valle de oro
De cita en el lecho mismo del torrente
De senos de noche
Mi mujer de senos de pinera marina
Mi mujer de senos de crisol de rubíes
De senos de espectro de la rosa bajo el rocío
Mi mujer de vientre de apertura de abanico de los días
De vientre de zarpa gigante
Mi mujer de espalda de pájaro que huye vertical
De espalda de mercurio
De espalda de luz
De nuca de piedra rodada y de creta mojada
Y de caída de un vaso en el que se acaba de beber
Mi mujer de caderas de lancha
De caderas de lucerna y de plumas de flecha
Y de tallos de pluma de pavorreal blanco
De balanza insensible
Mi mujer de muslos de greda y de amianto
Mi mujer de muslos de lomo de cisne
Mi mujer de muslos de primavera
De sexo de gladiolo
Mi mujer de sexo de placer y de ornitorrinco
Mi mujer de sexo de alga y de bombones antiguos
Mi mujer de sexo de espejo
Mi mujer de ojos llenos de lágrimas
De ojos de panoplia violeta y de aguja inmantada
Mi mujer de ojos de llanura
Mi mujer de ojos de agua para beber en prisión
Mi mujer de ojos de leña siempre bajo el hacha
De ojos de nivel de agua de nivel de aire de tierra y de fuego.

Fotografia: Maurice Tabard

Todos somos gays

El 10 de Julio del presente año se celebro en Lima como en otros lugares la marcha del Orgulo Gay, se recorrieron por las diferentes zonas de limas las banderas coloridas acompañadas de cientos y cientos de personas que juntos marcharon por la libertad, el respeto y la igualdad.
Aqui adjunto varias Fotografias, estas pertenecen a Dave Gonzales.
Gracias:

 

No discrimines


Y tu, si tu hijo o hija creciera y fuera Homosexual, ¿Le quitarias sus derechos?
¿o lo aceptarias tal y como el decide ser?




El Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh) es desde su origen el organismo defensor de las minorías sexuales más antiguo y conocido de Chile que contiene en su currículum las acciones y logros más emblemáticos e importantes en beneficio de las personas afectadas por la discriminación en razón de su orientación sexual y/o identidad de género.


Busquemos de una vez por todas la igualdad, porque todos somos una misma dermis, sean penes con penes o vaginas con vaginas todos tenemos la misma libertad de amar sin escondernos.


No discrimines!!!














Igualdad y respeto para todos,
Tu que opinas?