15/6/11

de: El vigía melancólico

 
 
 
 
 
Cuando tiemblen de pánico los poderosos ricos
cuando en señal de miedo levanten sus manos
serenas ante el fuego las casas se derrumben
los desnudos cadáveres tirados por los caminos
iremos a contemplar la sonrisa de los muertos
caminaremos muy lentamente con los ojos cautivados
registrando con los pies bajo los patíbulos de las mandrágoras
sin pensar en los heridos sin lamentar sus vidas.
Correrá la sangre y sobre los rojos pantanos
inclinados contemplaremos serenamente nuestros rostros
miraremos en los trágicos espejos la muerte de los amantes y la caída de las casas
tendremos mucho cuidado en conservar puras nuestras manos
y de noche lo mismo que Nerón admiraremos el incendio de las ciudades
el desplome de los muros
y como él con indolencia cantaremos
cantaremos el fuego la nobleza de las fraguas
la fuerza de los zagales
los gestos de los ladrones
la muerte de los héroes
y la gloria de las antorchas
que forman una aureola alrededor de cada frente
la belleza de la primavera y los amores fecundos
la dulzura de los ojos azules que la sangre satisface
el alba que despunta y el frescor de las olas
la dicha de los niños y la eterna existencia.
Pero no cantaremos más
ni el mirto de las viudas
ni el honor de obedecer
ni el son de los cañones
ni el pasado
pues la claridad del nuevo día, no hará que vibre siquiera la estatua de Memmon
luego bajo el sol se pudrirán los cadáveres
y muchos otros hombres que morirán en libertad
el sol y los muertos en las tierras que se siembran darán la belleza rubia y la fecundidad
y más tarde cuando la peste haya purificado la tierra
en dulce paz viviremos los bienaventurados hombres, apacibles y puros
pues los lagos y los mares serán suficientes para lavar la sangre de las manos


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