No os miento, yo no soy poeta, bien que ame la soledad de las piedras blancas, los verdes pinos, el inmenso mar, el sol reposando en el lomo de los cuervos y el crepúsculo tejido por las alas de los murciélagos. Lo sabéis, amo a los héroes y a las altas montañas, la bandera del país agitada por el viento y los crisantemos de amarillo pálido o sombrío bronce. Recordad que yo vivo de té amargo.
Pero hay otro yo. Es mi pensamiento semejante a las moscas que se arrastran por los cajones de basura. ¿Me tenéis miedo?
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