Poema XX
Nuevamente en mi pecho vuelve a abrirse la herida
cuando descienden las estrellas y se enmaridan con mi cuerpo,
cuando cae el silencio sobre los pasos de los hombres.
Estas piedras que se desploman en las edades, ¿hasta dónde me arrastrarán?
El mar, el mar, ¿quién lo podrá agotar?
Veo manos haciendo señas al buitre y al halcón cada madrugada.
Ligado a esta roca que se hizo mía por el dolor,
veo también los árboles que respiran el oscuro reposo de los muertos
y las sonrisas, inmutables, de las estatuas.
(De Mitología)
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