Las cuatro paredes
Oh las cuatro paredes de la celda.
Ah las cuatro paredes albicantes
que sin remedio dan al mismo número.
Criadero de nervios, mala brecha,
por sus cuatro rincones cómo arranca
las diarias aherrojadas extremidades.
Amorosa llavera de innumerables llaves,
si estuvieras aquí,
si vieras hasta qué hora son cuatro estas paredes.
Contra ellas seríamos contigo,
los dos, más dos que nunca.
Y ni lloraras, di, libertadora!
Ah las paredes de la celda.
De ellas me duele entretanto
más las dos largas que tienen esta noche
algo de madres que ya muertas
llevan por bromurados declives,
a un niño de la mano cada una
Y sólo yo me voy quedando,
con la diestra, que hace por ambas manos, en alto,
en busca de terciario brazo que ha de pupilar,
entre mi dónde y mi cuándo,
esta mayoría inválida de hombre.
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