Parafilia del día: Necrofilia
Son las 15:30 hrs. Mi mente esta colapsada, mis neuronas atareados seleccionando los recuerdos mas gratos, que no pueden extender mas el deseo por ya haberlo saciado por completo. No puedo evitar pensarlo, pese que el ruido colme la ciudad. El tren a Madrid pasara en media hora mas y las sirenas policiales turban mi cabeza, a la vez me hacen sentir un gran placer, una gran congoja.
Extraño, extraño a la distancia su cuerpo. Aun recuerdo sus pasos al caminar, su nerviosismo al oir mi respiracion, yo podia oir sus latidos y ver hasta la mas infinita de sus energias. Pero esas energias me molestaban, no me seducian mas que la imagen en mi mente de su piel lechosa, de su sumision total. Cada luz que tocaba esa superficie brillante y hermosa, su pelo sedoso; ¡Si ella supiera cuanto me molestaba eso!
Sus pasos se volvian latidos en esta tierra, hasta sentir como caian las pequeñas particulas de polvo a su alrededor al pisar, mis sentidos se agudizaban cuando se respectaba a su cuerpo. El deseo subia hasta mi vientre, como un niño pequeño. Querida y silenciosa no puede verme, pero sus lagrimas parecen humedecer su rostro infantil.
Hacia frio, parecia perdida. Ya la amaba.
Perdi la nocion del tiempo al recordar, la lluvia caia mientras esperaba el tren. Y siento que se acerca a gran distancia, sus latidos me recuerdan su pecho exaltado. Su corazon entre sus senos pequeños, sus ojos abiertos en la inmensidad, me miraban, me trataban de conocoer, pero me senti abismado por su odio, entonces sus ojos perdidos miraban a la nada y solo podia escuchar mi respiracion. Es ese el momento que esperaban: su sumision total, la sutileza de su cuerpo lechoso, desnudo y fragil. Pesaba como una bailarina que se tambaleaba entre mis brazos, sin sentido y sin voluntad, a la vez es amoldaba en estos sin control, y cada pedazo de piel que tocaba se hacia parte de mi.
Mirarla. Hermosa doncella, me atare a su pecho por siempre. Mientras besaba sus labios cubiertos del mas suave carmesi nos hicimos uno, en la vida y en la muerte, sin importar las dimensiones, somos uno. Sin importar donde estubieramos, podiamos leer el tiempo sin necesitar nada mas que mi respiracion. Ella entregada a mi, cada linea que traza su cuerpo era mia.
Luego sentir la dominacion, el mas puro placer. Su vientre y su rostro inexpresivo, sin exitir el tiempo conjugados, mientras su piel se vuelve grisacea y la vida comienza entre sus dedos. Siento nacer desde mi la nueva vida, pero ella no puede decirme nada, amante silenciosa.
El vacio repercute entre mis gemidos, entre mis bufidos, entre mis suspiros, pero ella no puede decirme nada. Y cuando todo ha acabado, mi amante no despierta.
La miro, sin pensar mas, sabiendo lo que hice. Sumisa, ha caido ante mi celo, la pasion se ha acabado y solo quiero escuchar un respiro, una palabra, pero solo el silencio toca este lugar. No existe nada mas que el silencio, y un cuerpo que se empieza a volver polvo entre mis manos.
Entonces, quisiera comentarle a la Nada la impotencia de amarte tan fielmente, de querer unirme contigo a esta eternidad, pero su cuerpo se empieza a hinchar y la poesia se ha acabado. Mi lujuriosa doncella se ha ido, se ha vuelto un moustruo, sus ojos desorbitados no pueden mirarme con el odio que me miraron aquella ultima vez, en aquel ultimo respiro, en aquel ultimo gemido. Aquella sangre que fue el exilir del placer ahora trae todo tipo de seres vivientes con los cuales no quiero compartirla, aun siento que "eso" es mio, pero ella ya no es nada... ademas de mi amante silenciosa.
La rabia me estremece, al pensar que todo lo que amo se vuelve moustruoso, que mis besos se descomponen en su pecho, que tu sexo se enfria, enlodece y enmohece. Lloro, sentado a su lado, aun amandola, aun sintiendo su odio mientras me mirabas, en tus ojos colapsados, en sus gritos sin respuesta. Aun siento como su respiracion se termina entre mis manos y el extasis hermoso de ese momento que nos volvimos uno -tu en muerte yo en vida, pero en el espacio solo uno.-
Debo escapar...
¿Debo dejarte para siempre, amada sin nombre? Ya no te puedo sentir.
El silencio golpea cada lugar del tren. El vestido de una mujer se teje entre el suelo de tercipelo, entre su pelo de terciopelo. Me molesta su pelo tan sedoso. Hermosa Señorita: ¿Deseas ser mi total sumisa?
de:http://menteparafilica.blogspot.com
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