5/5/13

Siddhartha





Su mirada tornábase de hielo cuando recaía en mujeres; su boca destilaba desprecio cuando, al atravesar una ciudad, veía gente bien vestida. Vio negociar a muchos mercaderes, vio príncipes que iban de cacería, gente enlutada que lloraba a sus muertos, prostitutas que se ofrecían, médicos que curaban enfermos, sacerdotes que fijaban el día de la siembra, amantes que se amaban, madres que amamantaban a sus hijos... y encontró todo aquello indigno de su mirada. Todo mentía, todo era hediondo, todo rezumaba engaño y simulaba tener sentido, felicidad y belleza, cuando no era más que podredumbre encubierta. El mundo tenía un gusto amargo. Una tortura era la vida.












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