de: El juguete rabioso
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¿Usted, dígame, ¿usted nunca ha estado enfermo?
Comprendí lo que él pensaba y sonriendo continué:
-No... ya sé lo que usted cree... pero escúcheme... yo no estoy loco.
Hay una verdad, sí... y es que yo sé que siempre la vida va a ser
extraordinariamente linda para mí. No sé si la gente sentirá la
fuerza de la vida como la siento yo, pero en mí
hay una alegría.
-Una súbita lucidez me permitía ahora discernir los móviles de mis acciones
anteriores, y continué:
-Yo no soy un perverso, soy un curioso de esta fuerza enorme que está en mí...
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