Recuerdo la casa de madera blanca y en la parte de atrás un pequeño oasis bordeado de una fila de álamos cristalinos por donde corría un arroyo y una huerta en la cual crecían tomates, vegetales y hierbas; las legumbres se mezclaban con las rosas té y las margaritas con las flores silvestres. El paisaje estaba coronado por un gran pino, de cuyas ramas había colgado canastos con granos para los pájaros: el jardín de Petite Plaisance era el paraíso de las aves...
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