20/1/11

Tiempo muerto...







Tiempo muerto.
Los cuerpos se separan.
Presencia bruscamente extraña.
Asco de tocar.
De ser tocado.
El acercamiento ha creado un vacío hostil.
Excitación nerviosa.
Curiosidad.
Audacia.
Acariciar.
Coger un cuerpo.
Fiebre del deseo.
Simulacro de asesinato.
Un odio lejano.
No pensar en el asco posible.
Sexo negro.
Pelos.
Enfermiza rosura.
Olor íntimo.
El pliegue de grasa.
Sudor.
Palabras y jadeos.
El deseo ya ha pasado.
Cumplir el ritual.
La boca abierta.
Los dientes.
La lengua.
Saliva.
Las puntas de los pechos.
Algodón del vientre.
Sexo.
Pelos.
Penetrar.
Conseguir lo que sólo consigue la imaginación.
Tormento del acoplamiento.
Humedades.
Sales.
Ácidos.
Cuerpos extenuados.
Enemigos.
Las sábanas calientes.
El precio de la habitación clavado con una chinche en la puerta.
Manchas alrededor del picaporte.
Huellas marrones.
Espejo gastado del armario.
El batiente cierra mal.
Mueble vacío.
Mesita de madera barnizada.
Mueble vacío.
La ropa en desorden sobre la alfombra.
Zapato boquiabierto.
Un sostén negro.
Una falda de color claro.
Los vidrios de la ventana están sucios.
Irse.
Vestirse.
Irse.
Ya no ser este incomprensible accidente.
Reblandecido cuelga el sexo entre los muslos.
Una tarde de la infancia en el campo.
Con frutas.
Grandes uvas negras.
A horcajadas sobre hombros masculinos.
El cuerpo se desliza suavemente de la cama.
Ropa dispersa recogida de prisa.
Movimiento reciente ya tan lejano.
El bolso.
El cuarto de baño.
Hacía un calor deslumbrante.
Una niña reía.
El agua en el lavabo.
Ponerse un slip.
Calcetines.
Un pantalón.
Una camisa.
La chaqueta está en el respaldo de una silla.
La niña rubia tenía un nombre muy dulce.
Musical.
Un nombre rubio.

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