29/11/10

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Frente al hombre abstracto, que piensa por el placer de pensar, se alza el hombre
visceral, el pensador determinado por un desequilibrio vital que se sitúa más allá de la
ciencia y del arte. Me gustan los pensamientos que conservan un aroma de sangre y de
carne. Los hombres no han comprendido aún que la época de las preocupaciones
superficiales e inteligentes se ha acabado y que el problema del sufrimiento es
infinitamente más revelador que el del silogismo, un grito de desesperación infinitamente
más significativo que una observación sutil... ¿Por qué nos negamos a admitir el valor
exclusivo de las verdades vivas?

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