24/4/12

Un oficio sin placer




"Se dio vueltas en su asiento por unos instantes para encontrar un mejor punto de apoyo. El aliento de Pete raspó sus oídos. Pete era un socio en quien se podía confiar completamente: no importaba qué tan aterrado pudiera estar, Pete se mantendría firme hasta el final, no lo estropearía. Pero Pete siempre estaba aterrado. Vivía su oficio sin placer, no tenía vocación. No sabía nada de la exaltación del poder del ladrón dispuesto a tomar lo que quería del mundo. El robo era para él exclusivamente un problema de la cantidad de dinero que se podía sacar, y aun eso era poco estimulante durante la presente operación. Y para Pete esta demora, cuando el trabajo estaba ya hecho, era agonía" 


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