2/8/11

Lo que la marea devuelve en Vlissingen



para Simón Vinkenoog


Plástico y celofán, cartones de leche y envases de yogur, bolsas de red
azules y naranjas
cáscaras, bolsas de papel, plumas y algas, palos y ladrillos.
Jugosas hojas verdes, ramas de pino, botellas de agua, madera terciada,
envoltorios de tabaco,
tapas de frascos de café, tapitas de botellas de leche, cajas de arroz,
soga azul, viejo zapato marrón, piel de cebolla
blancos trozos de concreto gastados modelados por las mareas, galletas
marineras,
envases de detergente, corteza y tablas, un cepillo para la
ropa,
la tapa de una caja
un aerosol de removedor, una pequeña cebolla marrón, una taza amarilla.
Un muchacho con dos bastones camina en la orilla, una gaviota muerta, una
zapatilla azul.
La manija de un bolso, medio limón, un atado de apio, una redecilla.
Tapa de corcho, pomelo, guante de tela engomado, cañitas voladoras mojadas,
parvitas de algas marinas de un tono herrumbrado amontonadas a lo largo de las
marcas que deja la marea en el murallón,
el paragolpes plástico de un automóvil, casco verde partido por la mitad,
un gran nudo de soga de cáñamo, un tronco de árbol
desnudo de su corteza,
una estaca de madera, un balde, una miríada de botellas plásticas, paquetes
vacíos de tallarines marca Zara,
un tambor gris largo plástico, de esos que se usan para transportar
combustible, rollo de vendas, botellas de vidrio,
latitas, un arbolito de navidad,
un caño de hierro oxidado, yo mismo
y mi pis.


No hay comentarios:

Publicar un comentario